Una detención, la de Rebekah Brooks, y una renuncia, la del jefe de Scotland Yard, Paul Stephenson, provocadas ambas por el escándalo de las escuchas, dejan a Rupert Murdoch y su hijo James sin protección, ante una crisis que devora su imperio. Ayer, en otra jornada desobresaltos, Brooks fue detenida por la policía, como sospechosa de interceptar ilegalmente conversaciones telefónicas y de haber autorizado sobornos.

A primera hora de la noche dimitía el jefe de la policía, por sus conexiones con News of the World. Paul Stephenson ha tirado la toalla tras varios días en el ojo del huracán tras saberse que el exsubdirector del dominical de Murdoch Neil Wallis, detenido e interrogado el jueves, trabajaba como consultor para la policía pese a ser sospechoso del caso de las escuchas. Stephenson le frecuentaba, cenó con él a menudo y había aceptado sus generosas invitaciones. El Sunday Times revelaba ayer cómo el mando policial disfrutó de una larga estancia en un balneario de lujo junto a su mujer a cuenta de Wallis.

La pareja estuvo 20 noches en una residencia hotelera, en Champneys in Tring, en el condado Hertfordshire, donde Stephenson se recuperó de un tumor en una pierna. La factura de 13.700 euros la pagó Wallis, que era relaciones públicas del complejo. Ayer, Scotland Yard negó esta acusación, pero la suerte ya estaba echada.

La ministra del Interior, Theresa May, tenía previsto hacer hoy una declaración sobre la renuncia y las conexiones existentes entre miembros de la policía y la prensa de Murdoch. Al anunciar su renuncia, el jefe de Scotland Yard dijo que lo hacía para preservar su "integridad" y subrayó desconocer "la extensión de esta desgraciada práctica --en referencia las escuchas-- y la naturaleza repugnante de la selección de víctimas que está emergiendo".

DETENCIÓN PREVISIBLE Horas antes del anuncio de la renuncia del jefe de Scotland Yard, Rebekah Brooks era detenida. Consejera delegada de News International, había dimitido el viernes. La ejecutiva fue directora del News of the World, entre el 2000 y el 2003, periodo en el que el dominical pinchó el teléfono de la niña Milly Dowler, que fue asesinada. También se sospecha que bajo sus órdenes se interceptaron los contestadores de los familiares de otras dos niñas asesinadas en Soham. La reina de los tabloides admitió ante una comisión parlamentaria en el 2003 haber pagado a la policía a cambio de información, algo que va contra la ley. Esa confesión puede precipitar su procesamiento.

Mujer con una enorme influencia en la vida británica, acostumbrada a codearse con Tony Blair y con David Cameron, la clase política la adulaba y la temía. Murdoch había hecho hasta hace una semana todo para sostenerla, pero tuvo que ceder y sacrificarla el viernes, ante la grave crisis y las tensiones en el seno de la familia. Al parecer su hija Elizabeth, que vive en Inglaterra, había culpado a Brooks y a su hermano James, presidente de News Internacional, de haber "fastidiado la compañía".

La de Brooks fue la décima detención en el marco de la investigación. Rupert Murdoch y su hijo James se encuentran en posición muy vulnerable. Ambos están convocados, junto a Brooks, a comparecer mañana ante la comisión parlamentaria de medios de comunicación.