No todos los israelís se oponen al acuerdo del canje. "La primera emoción es de ago-nía, porque te recuerda tu pérdida. Pero no hay nada comparado con la vida, y el canje va a salvar una vida y acabar con la pesadilla de una familia", explica Nir Oren, responsable de la parte israelí del Círculo de PadresForo de las Familias (CPFF), que agrupa a unas 500 familias de víctimas israelís y palestinas que trabajan juntas por la paz y la reconciliación.

Nir perdió a su madre en un atentado en 1995. "Sé que mi madre no volverá, pero podemos devolverle su hijo a la madre de Gilad Shalit", afirma. Ayer intervino ante el Supremo para dejar claro que quienes presentaron los recursos e increparon al padre de Shalit "no representan a todas las familias enlutadas".

Un francotirador palestino mató, en marzo del 2002, al hijo de Robi Damelin, soldado reservista que militaba en el movimiento pacifista. No está claro si quien lo hizo --Thayr Hamad-- será uno de los excarcelados en la segunda fase. "Esto me ha puesto ante el mayor test de mi vida. Pero he llegado a la conclusión de que no me importa si lo liberan, porque nada me devolverá a mi hijo. Hay que acabar con el ciclo de violencia", dice Robi Damelin.

Mientras, Aaron Barnea, responsable de relaciones internacionales del CPFF, subraya que lo que está en juego es el "principio de responsabilidad mutua". Los tres expresan su deseo de que en el futuro se libere a más presos palestinos en el marco de un auténtico proceso de paz.