Tras pasar 19 meses en cárceles militares en EEUU y el extranjero por las filtraciones a Wikileaks, el soldado Bradley Manning apareció ayer en público por primera vez en el inicio del proceso que decidirá su futuro. Sobre él pende la amenaza de una cadena perpetua y hasta de la pena de muerte por "ayudar al enemigo", aunque los letrados del Gobierno han dicho que no pedirán ese castigo.

Manning acudió a Fort Meade (Maryland) con varios familiares. En la vista previa, que se calcula que durará una semana, debe decidirse si hay pruebas para un consejo de guerra. El soldado tomó notas y contestó brevemente a las preguntas del lugarteniente coronel Paul Almanza, el "oficial investigador" del Ejército (similar a un juez).

El abogado civil de la defensa, David Coombs, sorprendió con un intento de recusación de Almanza que no prosperó. También criticó que este haya rechazado a casi todos los testigos que demostrarían que las filtraciones no han tenido consecuencias graves.