La peligrosa sombra de la ingobernabilidad que desde hace un año sobrevuela Washington se despejó parcialmente el viernes en una votación que supone un gran triunfo de Barack Obama y una derrota para los republicanos más conservadores.

El Congreso aprobó extender dos meses una ley que, de no haber salido adelante, habría supuesto para 160 millones de ciudadanos un desembolso anual de 766 euros más en cotizaciones a la seguridad social, habría dejado a millones sin prestaciones de desempleo y habría recortado los pagos a los médicos que atienden a los más pobres.

Durante meses, y bajo la presión del sector vinculado al Tea Party, los republicanos, que controlan la Cámara Baja, se negaron a ampliar la ley alegando que su extensión solo dos meses alimentaba la política de posponer la solución de problemas.

Su postura, no obstante, era impopular y al final, bajo presión interna de sectores del partido menos ultras, los republicanos capitularon. Trataban además de evitar que Obama pueda presentarse en las elecciones como el único candidato que defiende los bajos impuestos.