El pescado no estaba vendido. Se creía que el resultado estaba decidido, pero no. Unos días antes la totalidad de los sondeos estadounidenses daban vencedor en la primaria republicana de Carolina del Sur a Mitt Romney. Eso iba a hacer su candidatura prácticamente inevitable para enfrentarse a Barack Obama. Frío, frío. Newt Gingrich, 10 puntos por debajo en las encuestas una semana antes, le sacó 12. Casi inédito.

Los últimos días han sido nefastos para el moderado Romney. La junta electoral de Iowa corregía los resultados del caucus y el vencedor, por 30 votos, no era él, sino Rick Santorum. Luego vinieron los debates. Al ir en cabeza de los pronósticos los otros tres candidatos comenzaron a bombardearlo con ataques que Romney esquivó mediocremente. Por garra y carácter, se lució Gingrich.

La primaria de Carolina del Sur, importante porque desde 1980 no se equivoca --su vencedor es indefectiblemente el candidato republicano-- alteró, en el sorprendente universo político estadounidense, varios axiomas. Resulta, en contra de lo afirmado últimamente, que los debates son relevantes. El 90% de los encuestados dijeron que fue un factor relevante en su decisión, y un 50% admitió que escogió a su candidato el último día.

En segundo lugar, en un estado conservador política y socialmente, las características personales de los candidatos fueron pasadas por alto. Romney tiene una vida ordenada y lleva 40 años casado con la misma mujer; Gingrich va por el tercer matrimonio y su segunda esposa le acusó de querer mantener un matrimonio abierto a otras mujeres. Fue acusado de corrupto cuando presidía la Cámara baja. Pero los votantes le apoyaron porque creen que puede derrocar a Obama en noviembre. Ahora viene Florida. El eslogan de que Romney es inevitable y que hay que unirse a él contra Obama se ha esfumado. Cada primaria hasta ahora ha sido ganada por un candidato diferente. Las que vienen no serán pan comido para nadie. Romney ha gastado ya 4 millones de dólares en publicidad en Florida.

Al ser un Estado variado y poderoso, el dinero le da una ventaja. Gingrich seguirá machacando el tópico, rentable hasta ahora, de que las élites y la prensa son los enemigos de EEUU y los republicanos. Y ahora puede convencer a los electores de otros candidatos republicanos de que él, y solo él, aglutina el voto útil frente a Romney y Obama. Si es persuasivo, el dinero empezará a llegarle. En Florida, además, solo participan los republicanos registrados, lo que podría favorecerle. Resulta significativo que el exgobernador de Florida, Jeb Bush, hermano del expresidente, manifieste que él no apoya a Romney y que es neutral.