El sueño de la reunificación, aspiración común de las dos Coreas desde que la Guerra Fría las dividiera hace 60 años, se desvanece hoy en Corea del Sur, donde las nuevas generaciones son cada vez más reacias a integrarse con sus vecinos comunistas del Norte.

"Puede sonar egoísta, pero no quiero ver la reunificación, porque costaría mucho dinero y reduciría nuestro estatus económico para equilibrarlo con el de los norcoreanos", comenta a Efe la periodista Kwon Ji-un, de 29 años.

La opinión de Kwon es cada vez más común entre los jóvenes surcoreanos, pese a que desde primaria se les inculca la idea de que Corea, un pueblo homogéneo con más de 4.000 años de historia, ha de recuperar cuanto antes la unidad, en un debate que se ha reavivado con la reciente muerte del líder norcoreano Kim Jong-il.

Ataviada con un vestido a la moda de una marca europea, internauta, cliente habitual de restaurantes occidentales, ferviente espectadora de los éxitos de Hollywood y pendiente cada minuto de su "smartphone", Kwon responde al perfil de una joven surcoreana media.

Esta imagen contrasta con la de los jóvenes de Corea del Norte, un país estancado en los años 50 que no ofrece a las nuevas generaciones otra alternativa que escuchar incesantes mensajes políticos en las escuelas, institutos y universidades, y en el único canal de televisión disponible.

Mientras en 2007 un 53 % de surcoreanos entre los 20 y 30 años creía necesaria la reunificación, solo cuatro años después, en 2011, la cifra ha caído al 41 % por ciento, según un informe del Instituto de Estudios para la Paz y la Reunificación (IPUS) de la Universidad Nacional de Seúl.

El doctor Song Young-hoon, investigador del IPUS, considera que hoy en día "la gente tiende a pensar que la reunificación aportaría muchas cosas buenas a Corea del Sur a largo plazo, pero podría dañar su situación económica a corto plazo".

Los crecientes temores de los surcoreanos responden a la inmensa brecha económica entre las Coreas evidenciada en datos como el Producto Interior Bruto, 40 veces mayor en Corea del Sur que en el Norte, o la renta per cápita, unas 20 veces mayor en el Sur según estimaciones.

Estas cifras, unidas a la incapacidad económica del obsoleto sistema comunista norcoreano, en crisis desde hace dos décadas, hacen pensar en que la reunificación solo podría llevarse a cabo de una manera: mediante la absorción del Norte por el Sur.

En el ámbito social las amplias diferencias educativas y culturales entre los ciudadanos del Norte comunista, cuyas vidas dirige y controla el Estado, y el Sur capitalista, caracterizado por la feroz competencia individual, también generan recelo entre los jóvenes surcoreanos.

"En Corea del Sur hay que competir para todo y los norcoreanos tendrían muy difícil encontrar trabajo, montar un negocio o incluso abrir una cuenta bancaria", asegura a Efe Kim Seon-ho, de 24 años y estudiante de ciencias políticas.

A juicio del doctor Song, las diferencias culturales y de identidad podrían ser "un importante factor de inestabilidad" en la futura Corea unificada. El experto recuerda, no obstante, el lado positivo de una reunificación, como la desaparición de la amenaza de guerra, la reducción del gasto militar o la suspensión del servicio militar obligatorio, de dos años en el Sur y de diez en Corea del Norte.

Además, la expansión demográfica a unos 73 millones de habitantes -suma de los actuales 49 millones del Sur y 24 del Norte- favorecería la consolidación de Corea como potencia asiática ante sus grandes competidores, China y Japón.

"Yo sí estoy a favor de la reunificación, porque el enorme gasto en defensa se podría usar para mejorar la vida de la gente y desaparecería la posibilidad de una guerra", afirma Oh Soo-min, comerciante de 25 años, que también recuerda que miles de familias permanecen separadas desde la Guerra de Corea (1950-53).

Advertido de que cada vez son menos los jóvenes que, como Oh, apuestan por la integración de las dos Coreas, el ministro de Unificación surcoreano, Yu Woo-ik, calificó meses atrás la situación de "preocupante". "La reunificación no es una elección, sino algo que debemos hacer. Evitar la reunificación por una cuestión de dinero sería un acto histórico cobarde", sentenció.