Tras el desenlace de la operación policial de Toulouse, Nicolas Sarkozy pasó ayer de ejercer de presidente de Francia por la mañana, con una intervención solemne desde el Elíseo, a candidato por la tarde, con un combativo mitin en Estrasburgo. De lanzar como jefe del Estado una cruzada contra la apología del terrorismo, desde Internet a las cárceles, a defender como aspirante a la reelección la captura del asesino en serie que ha aterrorizado al país. A un mes de la primera vuelta de las presidenciales, el 22 de abril, la seguridad y las acusaciones de utilización política de la tragedia centraron el debate en un abrupto regreso a la carrera electoral.

En su comparecencia institucional televisada, Sarkozy anunció que a partir de ahora se "castigará penalmente" en Francia a toda persona que consulte páginas de internet que inciten al terrorismo, propagando el odio y la violencia, así como a las personas que estén en relación con islamistas en Afganistán y propaguen ideologías extremistas.

MENSAJE TRANQUILIZADOR El jefe del Estado respondió así a la incertidumbre que ha generado el drama sobre la efectividad de la lucha antiterrorista, mientras subrayó su papel de padre de la nación con un mensaje tranquilizador. "Francia ha hecho prueba de sangre fría y determinación", declaró, antes de llamar a los ciudadanos a "superar la indignación y no dar rienda suelta a la cólera". Pidió también evitar toda "amalgama" entre islamismo y terrorismo recordando que, antes de matar a cuatro judíos, el asesino causó la muerte de tres militares, dos de ellos de confesión musulmana.

"Cuento con la fraternidad y la vigilancia de los responsables religiosos", indicó, antes de advertir que "la República será implacable en la defensa de sus valores". Además de anunciar nuevas medidas penales para reforzar la lucha contra el terrorismo, el presidente se comprometió a poner coto a la propagación de ideologías extremistas en las cárceles. "No podemos aceptar que sean un vehículo de divulgación del odio y del terrorismo", dijo, en relación a las redes de reclutamiento de organizaciones islamistas, que actúan en especial en los barrios desfavorecidos y en las prisiones, que Mohamed Merah frecuentó como delincuente común.

También a caballo entre la contención institucional y la urgencia electoral, el candidato socialista, François Hollande, se mostró crítico con la labor de los servicios de inteligencia franceses, que conocían la trayectoria de radicalización del asesino. "Todo esto nos recuerda que la lucha contra el terrorismo es un combate que no permite ninguna debilidad ni relajación", deslizó, tras felicitar a las fuerzas del orden. Socialistas y conservadores se acusan mutuamente de haber perdido la "dignidad".

CRUCE DE REPROCHES Sin paños calientes, la candidata del ultraderechista Frente Nacional, Marine Le Pen, intenta rentabilizar la situación para ganar terreno atizando el miedo al islamismo. "Lo digo desde hace 10 años. En Francia, barrios enteros están en manos de fundamentalistas islámicos, y vuelvo a decir que su peligrosidad ha sido subestimada", disparó.

Para el candidato centrista François Bayrou y el del Frente de la Izquierda, Jean Luc Melenchón, estos propósitos son vergonzosos. Ambos señalaron que el clima de virulencia de la campaña contribuye a engendrar violencia. Sarkozy rechazó de plano cualquier argumento, en la línea de buscar una explicación al drama de Toulouse.

Aún es pronto para saber el efecto del terrorismo, pero los últimos sondeos no detectan un beneficiario claro. Mientras una encuesta refleja que Sarkozy mantiene su tímida tendencia al alza para la primera vuelta de las presidenciales --le otorga un 30% de los votos, frente al 28% del socialista-- otro estudio de opinión va en el sentido contrario. Augura un 29,5% a Hollande y un 28% a Sarkozy para el 22 de abril. En la segunda vuelta, el 6 de mayo, el ganador sigue siendo el aspirante socialista.