"Si tuviera un hijo, su aspecto sería como el de Trayvon". Barack Obama no tuvo que decir mucho más. Con toda la sutileza que encierra esa frase, el primer presidente negro de EEUU entró ayer en la intensa discusión que sacude al país. Y lo hizo también con extrema cautela, consciente de la bomba de relojería que es el caso de Trayvon Martin, un adolescente negro y desarmado que murió por los disparos de un hombre blanco y cuyo caso, además de poner los focos sobre polémicas leyes de autodefensa impulsadas por la Asociación Nacional del Rifle, ha reabierto la herida supurante del racismo.

El 26 de febrero, Martin, de 17 años, volvía a la casa de la novia de su padre en una comunidad residencial de Sanford, un suburbio de Orlando, en Florida. George Zimmerman, un hombre blanco de origen hispano de 28 años, miembro de un grupos de vigilantes ciudadanos, patrullaba la zona.

Gominolas y té

Zimmerman consideró sospechoso a Martin, y aunque la policía le dijo que no necesitaba que siguiera al joven, lo hizo. Tras un encuentro entre ambos, Zimmerman disparó su pistola de 9 milímetros. Martin cayó muerto. Solo llevaba gominolas, té que acababa de comprar y su teléfono móvil.

La policía de Sanford no arrestó a Zimmerman, alegando un historial "limpísimo" (aunque luego se ha sabido que incluye una detención por agresión a un policía). Tampoco le acusó de ningún crimen, pues alegó haber actuado en defensa propia, amparado por una polémica ley de 2005 --de la que Florida fue pionera-- y que está vigente en otros 23 estados. No se le realizaron pruebas de alcohol o drogas. Y la policía inicialmente se negó a facilitar a los padres de Martin las grabaciones de su centralita, tanto de Zimmerman (que llamó 46 veces desde el 1 de enero para alertar casi siempre de la presencia de personas "sospechosas"), como de seis personas que oyeron el tiroteo.

Ante la presión por la atención creciente del caso, la policía hizo públicas las llamadas. Y en la de Zimmerman se le oye decir "estos mamones siempre se escapan" y lo que parece ser un insulto racista ("jodidos coons"). La familia de Martin hizo saber que su hijo había estado hablando por el móvil con su novia, contándole que un tipo extraño le seguía. Él no le hizo caso cuando ella le instó a salir corriendo (muchos padres negros recomiendan a sus hijos no hacerlo para que nadie los crea sospechosos de huir por algo). La comunicación se cortó cuando alguien, tras preguntar "¿qué haces aquí?", empujó a Martin.

Con manifestaciones en todo el país, una campaña on line con más de un millón de firmas y la creciente indignación ante la actuación de los policías locales (que en 2010 dejaron ir sin cargos al hijo de un agente que golpeó a un vagabundo negro y cuyo jefe el jueves se retiró "temporalmente"), el estado de Florida ha abierto una investigación. También lo ha hecho el Departamento de Justicia Federal, al enviar a Florida al máximo investigador de derechos civiles. Pero a muchos les sorprende la cautela de Obama, que públicamente se pronunció con contundencia cuando, en el año 2009, un policía arrestó a un profesor de Harvard (acabó invitando a ambos a la Casa Blanca).

Fuerza letal

El caso también ha centrado la atención en la ley bajo la que Zimmerman se ampara en la autodefensa. Bautizada Stand your ground (firme, o no cedas terreno), esa norma amplió a cualquier situación la doctrina del castillo, que antes permitía el uso de la fuerza letal solo para proteger casa propia, carreteras, playas y bares. Al pasar a ley en el 2005, se acabó con la barrera que imponía a un ciudadano el "deber de retirarse" antes de recurrir a las armas.

Una investigación del año 2010 del Tampa Bay Times descubrió que, desde que entró en vigor la ley (que también impide a los familiares de víctimas plantear demandas civiles), los "homicidios justificados" llegaron hasta triplicarse en Florida, estado con una de las legislaciones más laxas para adquirir y portar armas de fuego. De esta norma se han beneficiado, entre otros, bandas violentas y narcotraficantes.