Ni unas horas de gracia. Ni un respiro. Apenas investido nuevo presidente francés, François Hollande tuvo que capear su primer temporal. Y no solo por el rayo que alcanzó al avión que le llevaba a Berlín y retrasó su primer encuentro con la cancillera alemana, Angela Merkel. Lo que le golpeó de verdad fue la tempestad que está más al sur: en Grecia, donde el fracaso consumado de los partidos políticos en formar un Gobierno de unidad y las nuevas elecciones previstas en junio puso a temblar a toda la eurozona. En España, la bolsa cerró con un descenso del 1,6% y la prima de riesgo subió hasta los 490 puntos básicos.

La crisis griega centró buen parte del primer encuentro entre Merkel y Hollande, dos dirigentes con visiones muy diferentes sobre las recetas que ha de aplicar Europa para salir del agujero negro de la crisis. Pero sobre Grecia no hubo fisuras. Y es que la situación en ese país es tan grave, y sus consecuencias para la zona euro tan peligrosas, que los dos dirigentes cerraron filas, e insistieron en la necesidad de que Grecia no abandone la moneda única, un asunto que ya ha dejado de ser tabú.

SIN FISURAS Ayer mismo fue la directora gerente del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, quien habló de la posibilidad de una salida "ordenada" de Grecia de la moneda única. "Si no se cumplen los compromisos, se pueden acometer revisiones apropiadas, y esto quiere decir financiación suplementaria, tiempo suplementario o mecanismos de salida, que deberá ser una salida ordenada", afirmó Christine Lagarde.

Pero Merkollande lanzó otro mensaje. "Queremos que Grecia permanezca en el euro. Sabemos que la mayoría de los griegos lo quieren", subrayó la cancillera, quien recordó, no obstante, que hay unos compromisos "que deben cumplirse". Hollande expreso su deseo de que las nuevas elecciones que celebrará el país en el mes de junio sean un "compromiso con la zona euro", e insistió en la necesidad de enviar alguna señal a Atenas: "Queremos ayudarles para que permanezcan en el euro".

Estabilizar Grecia es fundamental para la eurozona, y no parece que las elecciones que se celebrarán en junio vayan a ayudar. La fragmentación parlamentaria que salió de las elecciones del 6 de mayo puede repetirse, dando incluso una mayor ventaja a las fuerzas hostiles al plan de rescate de la Unión Europea, condicionado a unas draconianas medidas de austeridad que han deteriorado sobremanera el nivel de vida de los griegos.

CAÍDAS EN LAS BOLSAS El caos político unido al marasmo económico griego arrastra a toda la zona euro. Cuando los peores presagios se confirmaron en Atenas ayer, todas las bolsas europeas experimentaron caídas y cerraron a la baja. Y en círculos financieros y económicos crece el debate de, si Grecia finalmente sale del euro, se podrá contener el contagio a los países más afectados por la crisis de la deuda, entre ellos España. Muy pocos creen que las autoridades europeas podrán persuadir a los inversores de la especificidad del caso griego. Y hay quien incluso ya señala al próximo país en caer: Portugal, país también intervenido por la UE.

Por eso Grecia preocupa tanto, y por eso Hollande y Merkel encontraron aquí la unanimidad que no hallaron en otros asuntos de los que trataron ayer. Hollande viajó a Berlín para trasladar a Merkel su mensaje de que la eurozona necesita "crecimiento y solidaridad", y proponerle a la cancillera alemana "un nuevo pacto" que conjugue la reducción de las deudas públicas con políticas que estimulen la economía. Es una difícil ecuación que el nuevo presidente francés llamó "una nueva vía para Europa", y que pasa por renegociar el tratado de disciplina fiscal, a lo que la cancillera alemana se opone tajantemente.

CIFRAS QUE DIVIDEN Ayer, ambos pudieron medir las diferencias que los separan, y lo hicieron con cifras. El crecimiento se estancó en la eurozona en el primer trimestre del año. Hubo crecimiento 0. Y si no entró en recesión fue gracias al tirón alemán, cuya economía creció un 0,5 del PIB. La locomotora sigue tirando y quiere seguir mandando.