Un Gobierno de marcada tendencia socialdemócrata y pensado para tranquilizar a los mercados. Esta ha sido la apuesta de François Hollande, que ayer cumplió su promesa de formar un Ejecutivo paritario para Francia: 17 hombres y 17 mujeres, sin contar al primer ministro, Jean-Marc Ayrault. El nombramiento, el día anterior, de este moderado de la más estricta confianza del nuevo presidente francés fue la sorpresa de la jornada. La primera secretaria del Partido Socialista y rival de Hollande en las primarias, Martine Aubry, anunció su rechazo a entrar en el Gabinete --a pesar de que se le ofreció un macroministerio que englobaba Cultura y Educación-- por considerar que el único cargo aceptable para ella era la jefatura del Ejecutivo.

El golpe de efecto de Aubry ha dejado abierta la incógnita sobre su sucesión al frente del partido, que podría abordarse el próximo otoño en un congreso. Para Hollande, el perfil de Aubry, exministra de Trabajo y artífice de la semana laboral de 35 horas, que simboliza a la vieja guardia de la izquierda, no respondía al mensaje que quería enviar al mundo de las finanzas, muy pendiente de los movimientos del nuevo presidente de la segunda economía de la Unión Europea.

La mayoría de los miembros del Gobierno son políticos más bien pragmáticos y ponderados, alejados de las tesis extremistas. Carteras clave como Economía --la encargada de lidiar con la deuda-- y Trabajo --que deberá forjar difíciles acuerdos con los sindicatos--, pero también Agricultura, Sanidad e Interior, han sido atribuidas a personas procedentes del círculo de colaboradores más cercanos al nuevo jefe del Estado. La nueva generación de dirigentes del partido, encarnada por Najat Belkacem, Aurelie Filippetti, Manuel Valls y Fleur Pellerin --nombrada para la cartera de Innovación Digital-- está ampliamente representada.

DIFERENTES SENSIBILIDADES Hollande y Ayrault también han tenido en cuenta las diferentes sensibilidades del partido. El Ministerio de Asuntos Exteriores se lo ha confiado a uno de los llamados elefantes del Partido Socialista: el exprimer ministro Laurent Fabius. Su experiencia ha primado por encima de su oposición a la Constitución europea en el referendo del 2005 y su poca estima por Hollande, al que calificó con condescendencia "fresa del bosque", en alusión a su supuesta falta de carácter.

Tampoco se ha olvidado del ala antiliberal y antiglobalización del partido, representada por el carismático Arnaud Montebourg, designado para el nuevo Ministerio de Recuperación Productiva. A los socios electorales de las legislativas --los verdes-- los ha contentado con una cartera inesperada: la de Igualdad de los Territorios y Vivienda, entregada a la líder de los ecologistas, Cecile Duflot. Sin duda, Duflot esperaba hacerse cargo del Ministerio de Ecología, que deberá gestionar un asunto tan delicado para la segunda potencia nuclear del mundo como el paulatino abandono de la energía atómica y el cierre de la central nuclear de Fessenheim, prometido por Hollande a sus electores. Esta tarea ha sido confiada a una mujer próxima al presidente francés, Nicole Bricq.