Calles cortadas, corrillos de policías en las esquinas, bomberos en los puentes, restricciones en el metro, empresas y colegios que cerrarán el lunes¿ Chicago se ha blindado para recibir a las docenas de mandatarios extranjeros que participarán hoy y mañana en la cumbre de la OTAN, una cita que ha atraído también a miles de ciudadanos y activistas que pretenden manifestarse por una miríada de asuntos. Tras varias protestas pacíficas durante la semana, ayer se produjeron los primeros encontronazos con la policía. Los agentes anunciaron además la detención de tres jóvenes “anarquistas” a los que acusan de planear actos de terrorismo.

Los arrestos se produjeron el miércoles por la noche en un apartamento del barrio del South Side, donde irrumpieron varios agentes de la policía y el FBI con una orden de allanamiento de morada. Según la fiscalía, los agentes encontraron varios cócteles molotov y unos planos que supuestamente demuestran que pretendían atacar varias comisarías. También se incautaron de espadas, estrellas ninja, un arco, puños americanos y un rifle de asalto. “Los detenidos no eran manifestantes pacíficos sino terroristas domésticos”, dijo la fiscal del estado, Anita Álvarez.

Pero los abogados de los tres veinteañeros detenidos aseguran que sus clientes habían llegado a la ciudad para participar pacíficamente en las manifestaciones y que fueron víctimas de una trampa. Los abogados sostienen que un hombre y una mujer, posiblemente agentes encubiertos o informadores, les proporcionaron los planos y el material incautado. “Por lo que hemos averiguado, creemos que fue un montaje, una trampa en toda regla, un ejercicio de sensacionalismo de la policía y el estado para desacreditar a los manifestantes que han llegado a protestar de forma no violenta”, dijo Michael Deutsch, del Gremio Nacional de Abogados, una organización que esta aportando asistencia legal a los activistas de Ocupa Wall Street (OWS) desde el inicio de sus movilizaciones en septiembre del año pasado.

Pulso a la autoridad

Este incidente ha añadido un grado más de tensión al pulso con las autoridades, después de una semana de protestas pacíficas contra los recortes sociales del alcalde Rahm Emmanuel, el gasto militar, los excesos de la banca o las desigualdades del capitalismo. Medio centenar de personas se concentraron ayer frente a la vivienda de Emmanuel, quien fuera jefe de gabinete del presidente Barack Obama, para denunciar el cierre en abril de seis clínicas mentales en nombre de la austeridad presupuestaria. Algo más de 2.000 personas marcharon más tarde por el centro de la ciudad, a la sombra de los rascacielos, coreando eslóganes como: “¿De quién es la calle? La calle es nuestra”.

Por el momento, la participación en las movilizaciones está siendo bastante modesta, nada que ver con los hitos del movimiento antiglobalización de hace una década. La policía detuvo durante el día a 14 personas, pero no fue hasta la noche cuando se produjeron los primeros encontronazos con las fuerzas de seguridad, después de que un columna de manifestantes intentara atravesar una barrera de policías en bicicleta.

Prueba de fuego

La cumbre de la OTAN se presenta como una prueba de fuego para el movimiento de protesta estadounidense, que asomó la cabeza en otoño del año pasado e intenta resucitar tras varios meses de hibernación, forzada por el desalojo de todas las acampadas de OWS en docenas de ciudades de EEUU. La cita de Chicago lleva meses planificándose, pero la Administración Obama desactivó parte de su atractivo al cambiar a última hora la cumbre del G8 a Camp David (Maryland), cuando estaba previsto que se celebrara en Chicago solapándose con la de la OTAN.

El domingo se espera que sea la marcha más multitudinaria. La intención de los manifestantes es acercarse lo máximo posible hasta McCormick Place, el centro de convenciones donde se celebra la cumbre. Más de 3.000 policías locales se encargan estos días de la seguridad, un contingente que se ha reforzado con la llegada de cientos de agentes más procedentes de ciudades como Filadelfia o Milwaukee.