Once años después del inicio de la guerra de Afganistán, ya nadie piensa seriamente en ganarla sino en salir con dignidad del avispero. Durante los dos próximos días, los aliados de la OTAN buscarán en Chicago un compromiso para financiar a las fuerzas de seguridad afganas y consensuar una estrategia para la marcha definitiva del grueso de las tropas en el año 2014. Pero hay quien no está dispuesto hasta esperar hasta esa fecha. La impaciencia de Australia y las promesas electorales del nuevo presidente francés, François Hollande, hacen temer a EEUU una desbandada antes de tiempo.

La situación la resumió gráficamente Charles Kupchan, un exfuncionario de la Administración Clinton, ante el comité de Relaciones Exteriores del Senado. Los aliados de la OTAN, dijo la semana pasada, "están locos por marcharse cuanto antes". Tanto Washington como la Alianza Atlántica están haciendo intensas gestiones para que los países que participan en la misión internacional cumplan con el calendario, pero las grietas son palpables. Hollande le dijo el viernes a Barack Obama que cumplirá su promesa electoral de retirar a sus 3.300 soldados antes de final del 2012, dos años antes de lo previsto, aunque más tarde abrió la puerta a mantener un contingente "residual" de soldados.

GUERRA MUY IMPOPULAR La guerra es enormemente impopular en todos los países que participan en la coalición, además de costosa. A la espantada francesa podría sumarse Australia, cuya primera ministra se ha comprometido a sacar a sus 1.500 militares a finales del 2013. En agosto, Canadá ya repatrió a más del 75% de su contingente, después de sufrir durante años un número desproporcionado de bajas. España pretende cumplir con el calendario mientras los socios mantengan sus compromisos.

La transición en Afganistán está en marcha, después de que EEUU transfiriera el control de las prisiones al Gobierno de Hamid Karzai y la responsabilidad de las redadas nocturnas. El próximo año todas las misiones de combate recaerán ya en las fuerza de seguridad afganas, pese a que los expertos creen que no están preparadas para hacer frente a los talibanes ni son demasiado fiables, como demuestran los crecientes ataques de algunos de sus miembros contra la coalición. Pero ni siquiera Washington está dispuesto a prolongar su calvario y todos los esfuerzos pasan ahora por acelerar la formación de los más de 300.000 soldados y policías afganos.