Nadie espera grandes triunfalismos de la cumbre de la OTAN de Chicago, pero sí un mínimo de compromiso entre los aliados de la coalición para afrontar el año y medio que resta antes de recoger los pertrechos y dar por concluida la guerra de Afganistán. El anuncio de Francia para marcharse en el 2012 ha trastocado la pretendida imagen de unidad, aunque la Alianza Atlántica quiso ayer dejar claro que nada ha cambiado. "No tenemos prisa por salir de Afganistán", dijo su secretario general, Anders Fogh Rasmussen. "Nuestros objetivos, nuestra estrategia y nuestro calendario no ha cambiado", añadió el dirigente danés.

Los afganos ya saben que tendrán que resolver ellos mismos el desaguisado, aunque EEUU y la OTAN pretenden seguir formando a sus fuerzas de seguridad afganas para que puedan garantizar un mínimo de estabilidad una vez se dé por concluida la misión. El año que viene ya asumirán todas las misiones de combate. Pero la derrota de los talibanes se da por imposible. Ni siquiera los 30.000 soldados que EEUU añadió a su contingente hace tres años han logrado frenar la permanente sensación de inseguridad. Las víctimas civiles crecieron en el 2011 por quinto año consecutivo, según un informe de la ONU publicado en febrero. Un 77% murió a manos de la insurgencia y 410 personas, perecieron en los ataques de la coalición.

PERSPECTIVAS OSCURAS La espantada de Francia no ha sentado nada bien entre los aliados. En plena crisis económica cuesta cada día más justificar la inversión millonaria en Afganistán o el goteo de unas bajas que no cesan. "Entramos en esta juntos y queremos salir juntos de Afganistán", dijo ayer la cancillera alemana, Angela Merkel.

El presidente Barack Obama obvió el tema de Francia para recalcar, en cambio, que la cumbre suscitará un "amplio consenso" en el calendario para transferir gradualmente la responsabilidad de las operaciones a las fuerzas afganas.

Son muchos los que creen que las prisas --no solo de Francia, sino también de EEUU, que a finales de verano pretende retirar a 33.000 soldados-- son enormemente contraproducentes a la hora de intentar atraer a los talibanes a la mesa de negociación. ¿Por qué deberían negociar si ya saben que las fuerzas internacionales están locas por marcharse?

"La única esperanza es que los talibanes lleguen a pensar en algún momento que tienen más que ganar negociando que con un conflicto militar que no parece tener fin", opina Mark Scheneider, vicepresidente del International Crisis Group. Pero de momento las perspectivas son poco halagüeñas. A ello contribuye el desedén demostrado hasta ahora por el Gobierno de Hamid Karzai y su escasa disposición a integrar en las negociaciones a todos los grupos étnicos afganos y a la sociedad civil. La OTAN confía en que cumpla con su promesa de no presentarse a la reelección en el 2014, lo que permitiría abrir una página nueva, dejando atrás el que hasta ahora es un Gobierno débil y enormemente corrupto, lo que le resta legitimidad entre la población.

DESACUERDO CON PAKISTÁN Karzai se reunió ayer con el presidente Barack Obama, quien ha invitado también a Chicago a su homólogo paquistaní, Asif Ali Zardari. EEUU esperaba anunciar antes de su llegada a la cumbre un acuerdo para reabrir las rutas paquistanís que la OTAN utilizaba para transportar sus suministros hasta Afganistán, cerradas a finales del año pasado tras un bombardeo estadounidense que mató a 24 militares paquistanís.

Pero de momento no hay acuerdo. Zardari quería inicialmente que EEUU pagara 5.000 dólares por cada contenedor que atraviesa su país, teóricamente para pagar el coste que acarrea el tránsito para las infraestructuras del país. Rasmussen dijo ayer que confía en que las negociaciones se cierren "muy pronto".

Pakistán es para muchos la clave para estabilizar Afganistán. Y por el momento su cooperación es discutible, pese a la teórica alianza que mantiene con EEUU y la OTAN. El santuario que Al Qaeda tuvo en su día en Afganistán se ha trasladado a Pakistán, sin que su Gobierno esté haciendo a ojos de EEUU lo suficiente para evitarlo.