Una procesión laica, en la que participaron alcaldes y nombres destacados, como el cineasta Marco Bellocchio o la escritora Dacia Maraini, desfilaron o se adhirieron este domingo a la denominada marcha de la verdad. "Verdad para Emanuela", recitaba un escrito pegado a un globo que ondeaba en la plaza San Pedro durante el ángelus del Papa. "Vergüenza", gritaron al final, en vista de que Benedicto XVI no dijo ni una palabra sobre la joven.

Esté donde esté, Emanuela Orlandi no descansa en paz. Ni tampoco el Vaticano. Era hija de un bedel del estado pontificio. Fue secuestrada en 1983, cuando salía de una clase de música en Roma. Se subió a un coche y se esfumó. Desde entonces, la familia de la joven ha reclamado la verdad. En las pasadas semanas, la fiscalía de Roma ordenó la apertura de la tumba de Renatino de Pedis, un delincuente. "Id a ver en la tumba de Renatino", había dicho un anónimo sobre el caso.