El de los irlandeses será hoy el voto del miedo. Pondrán la cruz en la papeleta influidos por el temor a que las cosas puedan ir aún peor. A que los esfuerzos se vayan al traste. La angustia ante una nueva recaída, vista la inestabilidad de la eurozona, ha dominado la campaña. "La campaña del ha funcionado mejor, no porque lo hayan hecho bien, sino por el ambiente. Hay miedo a quedarse fuera", asegura Eoin O'Malley, profesor de política de la Universidad de Dublín City.

El Gobierno ha advertido de que la recuperación peligrará si gana el no. Desde el poder se ha pintado un panorama de salarios sin pagar y cajeros automáticos vacíos. Las multinacionales también han sugerido que podrían replantearse las inversiones. "Una situación así conduciría a una mayor incertidumbre, y las compañías que deciden las inversiones en Irlanda quizá se pregunten si están tomando la decisión adecuada", afirma el presidente de la Cámara de Comercio Americana en Irlanda, Peter O'Neill.

Los irlandeses se sienten víctimas de un grupo de banqueros y empresarios que han destruido la economía sin que nadie haya hecho nada para castigarlos. El consumo ha descendido el 12% desde el 2007. "Hay mucha gente que querría darle una patada al plan de austeridad y al Gobierno, pero, como yo, no se atreven a votar no por temor las consecuencias", dice Sarah Lydon, una ama de casa que vive en las afueras de Dublín, con dos niños pequeños y una gran hipoteca. Hoy apoyará el . La pasión por Europa que una vez sintieron los irlandeses se ha reducido de forma considerable. Pero su suerte, les guste o no, está unida a lo que pase en la eurozona.