Rusia defenderá hasta el final su rechazo a una intervención militar extranjera en Siria, pase lo que pase. Este fue el mensaje enviado por el Kremlin a Occidente ayer, víspera de la primera visita al extranjero del presidente ruso, Vladímir Putin, después de su investidura, celebrada el pasado 7 de mayo.

"Es incorrecto suponer que la posición rusa podría modificarse bajo ciertas presiones. Es libre de emociones que están fuera de lugar en una situación tan complicada", dijo el portavoz de Putin, Dmitri Peskov. "La postura rusa es bien conocida, equilibrada, congruente y absolutamente lógica", añadió en referencia al apoyo del plan de paz del mediador de la ONU y la Liga Árabe, Kofi Annan.

Putin, que abordará hoy la situación en Siria con la cancillera alemana, Angela Merkel, y su homólogo francés, François Hollande, ha mantenido invariable su postura de oposición a la intervención militar extranjera en Siria, pese a la reciente matanza de civiles ocurrida en la localidad de Hula, que ha sido condenada por toda la comunidad internacional.

Un día antes de la cita con el líder ruso, Merkel prometió que intentará convencerle para que se sume a las presiones internacionales sobre el presidente sirio, Bachar al Asad. Pero aclaró que descarta una operación militar internacional. Por su parte, Hollande aseguró que "la intervención armada" no está "excluida, siempre que se haga mediante una decisión del Consejo de Seguridad". "Hay que convencer a China y a Rusia", indicó.

Misión imposible

Conseguirlo sería una misión imposible. La cancillería rusa reiteró el miércoles pasado que vetará cualquier iniciativa sobre una intervención que sea remitida al Consejo de Seguridad de la ONU. China, que también expresó esta semana su oposición a la operación militar extranjera en el país árabe, seguirá siendo el aliado clave del Kremlin en el Consejo de Seguridad para evitar un cambio de régimen en Damasco. Rusia y China ya han utilizado dos veces el veto para bloquear resoluciones propuestas por Europa.

La secretaria de Estado de EEUU, Hillary Clinton, acusó ayer a Moscú y Pekín de ser los dos principales "obstáculos" para terminar el derramamiento de sangre en Siria. "Rusia dice que quiere evitar una guerra civil en Siria. Y yo le digo que su política contribuirá a que haya una guerra civil", afirmó Clinton. "Cómo intervenir sin que cueste más vidas es un gran dilema. La matanza de personas inocentes debe pararse, pero Rusia y China nos lo ponen muy difícil", añadió.

Desde el principio de la crisis desatada en Siria, Asad ha tenido un ángel de la guarda en Moscú. Para el Kremlin sería totalmente inaceptable que las Naciones Unidas impusiesen nuevas sanciones contra Siria porque significaría importantes pérdidas económicas.