Objetivo cumplido. François Hollande podrá gobernar a sus anchas con la primera mayoría absoluta que logra el Partido Socialista en Francia desde 1981 con François Mitterrand. Los 314 -según datos definitivos del Ministerio del Interior-- de los 577 escaños de la cámara obtenidos en la segunda vuelta de las legislativas libran al presidente, de 57 años, de la dependencia, tanto de los ecologistas y como de la extrema izquierda.

Se trata de un triunfo en toda regla con un punto negro en el mapa: la derrota en La Rochelle de Ségolène Royal, excompañera y madre de los cuatro hijos de Hollande, a manos del disidente socialista Olivier Falorni. Royal es la única candidata que ha contado con el apoyo explícito del jefe del Estado.

La otra derrota simbólica la ha sufrido la líder de la ultraderecha, Marine Le Pen, que ha perdido por los pelos -con un 49.9% de los votos- frente al socialista Philippe Kemel, en su feudo de Hénin-Beaumont. Sin embargo, el nombre de Le Pen sí estará presente en la cámara. Marion Marechal Le Pen, sobrina de Marine y nieta del fundador del Frente Nacional, Jean-Marie Le Pen, entra en el Parlamento con tan solo 22 años. El otro diputado de la extrema derecha es un famoso abogado, Gilbert Collard. Ambos han sido elegidos en circunscripciones del sur de Francia, donde el partido registró un considerable avance en las presidenciales del mes pasado, convirtiéndose en los primeros miembros de la extrema derecha en lograr un escaño desde 1996.

El Frente Nacional, que en estas legislativas se ha presentado como Agrupamiento Azul Marine, se ha beneficiado en cierto modo del giro de la derecha moderada, la Unión por un Movimiento Popular (UMP), que se ha desmarcado del pacto republicano con el que tradicionalmente los partidos mayoritarios vetaban a la ultraderecha. El partido de Nicolas Sarkozy tan solo ha logrado 224 escaños, el peor resultado de su historia.

«Severa derrota»

El exprimer ministro, François Fillon, admitió que se trataba de una «severa derrota». «El tiempo de la ilusión y de los eslóganes ha terminado. Nuestra oposición será digna y constructiva, pero vigilante y sin debilidad para defender los intereses del país», advirtió Fillon. Algunos exministros, como Nadine Morano o Claude Gueant, que han flirteado con los votantes del Frente Nacional, se han quedado sin plaza en el Parlamento. En cambio, Fillon o la antigua portavoz de Sarkozy, Nathalie Kosiusko Morizet, que rechazan toda alianza con la ultraderecha, han sido elegidos. La cuestión está en el centro de la batalla por el liderazgo de la UMP. La derrota precipitará la batalla entre el actual secretario general, François Copé, Fillon y el exministro de Exteriores, Alain Juppé, por la sucesión de Sarkozy en el congreso que celebrará el próximo otoño.

«Victoria de la unidad»

En el lado de los vencedores, la primera secretaria del Partido Socialista, Martine Aubry, lanzó un aviso para navegantes. «Esta es la victoria de la unidad y del reagrupamiento, hemos recibido una confianza que nos honra y nos obliga a aplicar nuestro programa. Tenemos el deber de conseguirlo», dijo la dirigente, que se solidarizó con Royal. «Lo que vive esta noche es doloroso, pero ha demostrado que es una voz que cuenta y seguirá contando», dijo, satisfecha de que la totalidad de los 24 ministros que han concurrido a las elecciones legislativas, y que se jugaban el puesto en el Gobierno si perdían, hayan salido airosos.

El peso ecologista

Los socialistas se mostraron aliviados ante la perspectiva de no tener que rendir cuentas a sus socios ecologistas, que con una veintena de diputados, podrán tener su propio grupo parlamentario pero su influencia quedará reducida a la mínima expresión. Aún menor -por no decir inexistente- será la capacidad de presión de la extrema izquierda de Jean-Luc Mélenchon. El líder del Frente de la Izquierda, que sufrió una sangrante derrota frente a Marine Le Pen en la primera vuelta, no estará en el Parlamento. Los 13 diputados de su formación no podrán constituirse en grupo -se necesitan al menos 15- y sin su carismático y provocador líder anticapitalista, tendrán menos visibilidad.

Tras una campaña en la que se han soslayado las cuestiones más candentes, como la crisis de la zona euro, los franceses han mostrado un entusiasmo más bien escaso por las legislativas. Ni la lluvia persistente de la jornada electoral de la primera vuelta ni el sol que brilló ayer en la segunda han motivado a los electores, saturados después del interminable ciclo electoral iniciado con las presidenciales. La abstención fue incluso superior a la de la primera vuelta (42,7%), alcanzando el récord del 44% del electorado convocado a las urnas.