Puede que, como dijo Mariano Rajoy el domingo a su llegada a Los Cabos (México), la victoria de Nueva Democracia en Grecia sea una "muy buena noticia" para España, pero desde luego no lo parece. Al menos no lo fue ayer.

La deuda pública española sufrió ayer un duro "castigo" --en palabras del ministro de Economía, Luis de Guindos, también en Los Cabos-- y el precio del bono español a 10 años superó el 7% (llegó al 7,16%). La prima de riesgo española (que mide la diferencia de precio entre el bono español a 10 años y el alemán) anotó un máximo histórico desde la puesta en circulación del euro y rozó los 590 puntos. La bolsa española se despeñó y perdió el 2,96%. No mucho mejor le fue a Italia, donde el bono a 10 años subió al 6,08% y la bolsa perdió el 2,85%.

Puede que, después de todo, el problema no fueran las elecciones de Grecia, como diagnosticaba el Gobierno del PP. "Es improbable que la crisis remita hasta que los líderes europeos articulen una hoja de ruta creíble para completar la unión monetaria con una mayor integración fiscal y financiera", resumió ayer la agencia de calificación Fitch, poniendo el foco en el verdadero núcleo del problema. "La crisis en Grecia y en la zona euro sigue siendo intensa", remató.

"NO NOS ENTIENDEN" Para Guindos, el ataque renovado de los mercados financieros es solo una muestra de incomprensión hacia las reformas y las fortalezas de la economía española. En su opinión, "más pronto que tarde", los mercados se darán cuenta de su error de cálculo. "No nos entienden", vino a decir. En plena tormenta, Economía anunció ayer que pretende colocar un máximo de 5.000 millones en deuda esta semana en letras a 12 y 18 meses y bonos a 2 y 5 años.

Pero el diagnóstico que el ministro expresó ayer tiene poco que ver con el análisis que hacen autoridades europeas y mundiales, así como muchos analistas. Para ellos, parte del castigo extra sobre la economía española tiene que ver con las dudas que persisten sobre el plan de rescate de la banca y con la deficiente comunicación que de él está haciendo el Gobierno, según critican el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial.

PROTAGONISTA Bruselas apremió ayer al Ejecutivo a presentar la petición formal de ayuda europea y concretar los detalles del plan de recapitalización para frenar los ataques a la deuda pública española, informa Eliseo Oliveras. Pero el Gobierno no quiere que España se vea convertida en protagonista a su pesar de esta cumbre para que no quede señalada ante el mundo como culpable de todo. Quizá por eso los resultados de las auditoras independientes Oliver Wyman y Roland Berger sobre las necesidades de capitalización de la banca no serán presentados en Los Cabos. Habrá que esperar al día 21, según Guindos.

Esfuerzo inútil, porque España no ha podido evitar convertirse en protagonista. Según el borrador de declaración que emitirá la cumbre, el G-20 por primera vez incluirá una mención expresa a España, si bien para apoyar el plan de rescate de la banca. "Damos la bienvenida al plan de España para recapitalizar sus sistema bancario", dice el documento que circula por Los Cabos. Justo antes de eso, el texto insta a Europa a adoptar medidas para evitar el contagio entre el riesgo bancario y el soberano, una petición donde podría encajar que la ayuda de Europa a la banca española vaya a parar directamente a las entidades, sin pasar por el Estado, tal como quiere el Gobierno español.

Rajoy fía los avances en la construcción europea a la adopción de nuevas medidas para lograr por fin la unidad fiscal y bancaria. Para conseguirlo sería fundamental que el Banco Cen-