El conservador Antonis Samarás, cuyo partido Nueva Democracia (ND) venció en las elecciones del domingo, juró ayer su nuevo cargo de primer ministro ante las máximas autoridades del Estado y la Iglesia ortodoxa y, a partir de hoy, ostentará la difícil tarea de gobernar una Grecia al borde de la bancarrota. "Con patriotismo y unidad nacional, y con la ayuda de Dios, sacaremos al país de la crisis tan pronto como sea posible. Con duro trabajo, trataremos de dar esperanza al pueblo griego", afirmó Samarás.

Esta vez han bastado tres días --y presión internacional-- para que los políticos griegos pactasen un gobierno. Los conservadores de ND, los socialdemócratas del Pasok e Izquierda Democrática (Dimar), los mismos partidos que podrían haber pactado un Gobierno tras los comicios del 6 de mayo pero no lo lograron, aparcaron ayer sus diferencias y alzaron un Ejecutivo de unidad.

Su primera "gran batalla" --como la ha definido el líder del Pasok, Evangelos Venizelos-- será la Cumbre Europea del 28 y 29 de junio, en la que pretende suavizar los onerosos términos del memorando firmado por el anterior Gobierno heleno con la UE. "Creemos que ahora podemos cambiar las condiciones que fuimos obligados a aceptar por una mayoría europea conservadora", dijo el jefe del Pasok.

El nuevo Ejecutivo tendrá un carácter tecnócrata y mantendrá a varios de los juristas que han formado parte del Gobierno interino que guió al país entre las elecciones de mayo y las del domingo, además de otorgar, casi con toda probabilidad, la cartera de Finanzas al banquero Vassilios Rápanos. Esto se debe a la negativa de Pasok y Dimar a involucrarse demasiado en un gobierno que el director del diario Kathimerini, Nikos Kostandaras, tacha de "débil coalición".