Rusia reconoció ayer que envía armas al régimen del presidente sirio, Bashar el Asad, y afirmó que seguirá haciéndolo pese a las protestas de Occidente. El ministro de Exteriores, Serguei Lavrov, confirmó que el barco Alaed, con bandera de Curazao, al que el Reino Unido obligó a dar la vuelta, realmente transportaba armas rusas a Siria.

"El buque llevaba sistemas de defensa antiaérea, así como tres helicópteros que habían sido reparados en Rusia de acuerdo con un contrato firmado en el 2008", dijo Lavrov a la agencia RIA Novosti. "No infringimos ninguna ley. Seguiremos cumpliendo nuestros compromisos contractuales que respeten las limitaciones impuestas por el Consejo de Seguridad de la ONU", añadió.

La suspensión del seguro de navegación a la embarcación for-zó el martes el regreso de Alaed a Rusia. El barco partió desde el puerto de Baltiisk el 11 de junio. Una semana después, la aseguradora Standard Club, con sede en Londres, retiró su cobertura presionada por las autoridades británicas, que sospecharon que transportaba armas destinadas a Damasco. "Se nos informó de que podía transportar armas, en particular helicópteros de ataque, misiles y munición no especificada", detalló Standard Club.

RESPUESTA A LAS CRÍTICAS Rusia se ha enfrentado a fuertes críticas por el abastecimiento de armas a Siria, donde las fuerzas gubernamentales han matado a más de 10.000 personas. En repuesta, Lavrov sostuvo ayer que Occidente abastece de armas a las fuerzas contrarias a Asad. "Estamos convencidos de que nuestros socios occidentales no respetarán el embargo sobre el suministro de armas en Oriente Próximo cuando se trate de una parte del conflicto que les conviene. Así fue en Libia", subrayó.

Mientras, un centenar de personas murieron ayer por los bombardeos de las tropas del régimen contra los focos opositores de Homs, Deraa y la periferia de Damasco, según la oposición. Los Comités de Coordinación Local (CCL) informaron de 100 fallecidos, entre ellos 10 menores. Según los datos del Observatorio Sirio de Derechos Humanos, murieron 80 civiles y 45 miembros de las fuerzas gubernamentales.

Frente a esa ola de violencia, Lavrov descartó que el presidente sirio dimita voluntariamente, como exige la comunidad internacional. El ministro recalcó que Asad cuenta, "como mínimo", con el apoyo de "la mitad de los sirios" que le votaron. "Respaldan su política y vinculan a él su seguridad y futuro", añadió.

Lavrov advirtió también de que los esfuerzos de Occidente para forzar la retirada del presidente sirio terminarán con "la llegada al poder de radicales, lo que creará problemas de seguridad a los musulmanes que no son de corrientes radicales, así como a los cristianos".