Los cuatro dirigentes reunidos ayer en la minicumbre organizada por Mario Monti apenas se conocen, pero actuaron con cierta complicidad. Uno de los momentos más distendidos de la rueda de prensa conjunta lo propició Mariano Rajoy, cuando agradeció "la oportunidad de estar en el encuentro" de Roma, "una de las ciudades más hermosas del mundo".

El comentario despertó los celos del presidente francés, François Hollande. "Eso se puede discutir", rebatió. La última palabra la tuvo Merkel, que zanjó la cuestión diciendo que "de cualquier manera, Roma es seguramente una ciudad muy bella". Tras la rueda de prensa, todos salieron a los jardines de Villa Madama, un palacete del siglo XVI que sirvió de escenario para la cita.

La primera comitiva en abandonar los jardines fue la alemana. Merkel tenía prisa por llegar a Gdansk para ver el partido de su país contra Grecia. ¿Se atrevería a preguntar en la reunión con quién iba cada uno?