En una decisión que no deja vencedores ni vencidos, al menos en términos absolutos, el Tribunal Supremo de EEUU revocó ayer tres de las cláusulas más polémicas de la ley inmigratoria de Arizona, pero dejó en pie la más controvertida. Los jueces avalaron la potestad de la policía para revisar el estatus migratorio de cualquier sospechoso de entrar en el país ilegalmente, una medida que ha despertado críticas por su componente racial y por la psicosis que crea entre los inmigrantes.

El gobierno de Obama había impugnado la ley, la más restrictiva en varios estados republicanos, pero su victoria es parcial. El alto tribunal tumbó las provisiones que convertían en un delito la búsqueda de empleo sin papeles, la que avalaba los arrestos de sospechosos de entrar ilegalmente en el país o la que penalizaba salir a la calle sin un carné que demuestre la legalidad.