La OTAN dio su apoyo ayer a Turquía tras el derribo de uno de sus aviones por la defensa antiaérea siria el viernes pasado, que calificó de "inaceptable". El respaldo de los aliados provocó que el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, se sintiera más fuerte para amenazar a Damasco con un castigo por la acción. "La paciencia y la sangre fría de Turquía no se deben interpretar como debilidad", advirtió Erdogan, y aseguró que "la ira de Turquía es tan violenta y rotunda como valiosa es su amistad".

Erdogan, aliado de Siria hasta que empezó la revuelta opositora contra Bashar el Asad en marzo del 2011, perdió la moderación mantenida en los últimos días: "Los sirios actuaron sin previo aviso. Es un acto hostil, un ataque atroz", señaló.

"Turquía ejercerá sus derechos con determinación y dará los pasos necesarios para determinar el tiempo, el lugar y el método", manifestó Erdogan, y dejó claro que cualquier amenaza siria a la seguridad en la frontera con Turquía "se considerará como tal y se tratará como un objetivo militar".

Ankara explicó en Bruselas a sus aliados lo que ocurrió con su Phantom-F4 y les pidió solidaridad. "Consideramos este acto inaceptable y lo condenamos en los términos más duros. Es otro ejemplo del desprecio de las autoridades sirias hacia las normas internacionales, la paz y la seguridad", afirmaron los países miembros de la OTAN en una declaración conjunta.