Después de ocho días de batalla campal por el liderazco del primer partido de la derecha francesa, la Unión por un Movimiento Popular (UMP), ayer entró en pista Nicolas Sarkozy. Fracasado el intento del exprimer ministro y titular de Exteriores Alain Juppé de ejercer de mediador en el conflicto entre los dos contendientes, Jean François Copé y François Fillon, el expresidente ha sido llamado al rescate y aparece como la última oportunidad para evitar el cisma de su partido.

"UMP: Suicidio en directo", titulaba ayer en portada el diario conservador Le Figaro ante la evidencia de que ni el respetado y neutral Juppé, lograba parar "la masacre".

El exministro tiró la toalla el domingo después de que, en la primera reunión con Copé y Fillon, el primero rechazara las condiciones del mediador para salir de la crisis. Ambos continúan atribuyéndose la victoria en las primarias por la presidencia de la UMP y acusándose mutuamente de fraude.

Copé, que rechaza repetir la votación, fue proclamado ayer ganador por la Comisión Nacional de Recursos del partido por 952 votos de ventaja --inicialmente eran 98-- tras invalidar los escrutinios de dos oficinas electorales por detectar irregularidades. Fillon juzgó ilegítima esta comisión y no descartó recurrir a los tribunales si Copé persiste en "bunquerizarse".

Malestar de los militantes

En este contexto, la exasperación de los 300.000 militantes de la UMP es total. "Sarkozy debería darles una buena azotaina" a ambos, manifestó una militante, ilustrando el hartazgo de los afiliados por el "vergonzoso espectáculo" que ofrecen sus dirigentes desde la noche del escrutinio, el 18 de noviembre.

Tanto para las tropa como para los generales del partido, el expresidente de la república aparece como el salvador, el único con la autoridad suficiente para ejercer de "reconciliador". "Es nuestro líder natural, necesitamos de su carisma y de su energía para salir de esta situación ridícula y esperpéntica", proclamó Jér“me Chartier, uno de los jóvenes leones de la UMP y seguidor de Copé.

Recién llegado de Shangái, donde ejerció de conferenciante de lujo, Sarkozy almorzó ayer con Fillon y habló con Copé. Al primero le recomendó no acudir a la justicia y al segundo le aconsejó aceptar una nueva votación. Pero de momento, su llamada al orden parece tener el mismo éxito que la de Juppé. Anoche, los partidarios de Copé, seguidor del giro a la derecha iniciado por Sarkozy, y los afines a Fillon, que encarna la línea moderada, continuaron disparando artillería pesada. ¿A quien beneficia el caos?, cabe interrogarse.

La respuesta la apunta el semanario Le Point: "Y el ganador es... Sarkozy". De hecho, tras perder el Elíseo, jamás cerró la puerta a un regreso.