Los chilenos son protagonistas este domigo de la sexta elección presidencial desde que se recupero la democracia. Michelle Bachelet es la principal favorita y se da por hecho su regreso a la presidencia del país, hasta el punto de que lo único que falta saber es si gana en primera vuelta o debe esperar a la segunda vuelta, el 15 de diciembre, para que se confirme su retorno al Palacio de La Moneda. "No hay ninguna predicción aún, tenemos que cuidar a Chile", ha dicho, intentando mantener viva la lucha, Evelyn Matthei, la candidata de la derecha y su principal rival, tras emitir su voto en una Santiago silente y bajo un cielo plomizo.

Bachelet, en tanto, ha invitado a los ciudadanos a "levantarse e ir a votar". En un país donde el sufragio no es obligatorio, la tasa de no participación puede frustrar sus aspiraciones de imponerse en la primera vuelta. "Claro que nos gustaría ganar en primera vuelta", ha señalado la abanderada de Nueva Mayoría, un espacio en el que convergen socialdemócratas y democristianos, los antiguos integrantes de la Concertación Democrática que gobernó entre 1990 y 2010, junto con el Partido Comunista. La capacidad de convivencia entre estas fuerzas será puesta a prueba si se confirman las predicciones electorales.

En los nombres de Bachelet y Matthei no se cifra solo una discusión sobre el futuro sino en relación con el pasado traumático. Una es hija de un general de la Fuerza Aérea que fue preso y torturado por negarse a apoyar el golpe de Estado del 11 de setiembre de 1973. Alberto Bachelet falleció en una cárcel mientras el general Augusto Pinochet consolidaba su poder omnímodo. El general Fernando Matthei, compañero de armas de Bachelet, se puso del lado de Pinochet, quien lo premiaría con un lugar confortable en la Junta Militar. Michelle fue también presa y sometida a tortura durante la dictadura. En septiembre pasado, la candidata de Nueva Mayoría visitó Villa Grimaldi, el campo de concentración donde estuvo recluída. "He vuelto hoy también en calidad de superviviente", dijo.

Evelyn Matthei, de 60 años, no quiere que la relacionen con ese periodo atroz de la historia del país. Ha dicho que, entonces, no sabía nada de política. A diferencia de otros políticos de derecha, que han mostrado arrepentimiento por su antiguo y entusiasta pinochetismo, "la Evelyn" siempre se ha mostrado elusiva a esa cuestión.

Mujeres candidatas

Además de Bachelet y Matthei, otra mujer se ha presentado como candidata presidencial, la costurera Roxana Miranda, por el Partido Igualdad, ubicado a la izquierda de Nueva Mayoría. El hecho de que un tercio de los aspirantes a la jefatura de Estado sean mujeres tiene en este país distintas interpretaciones. "Tres no son multitud", previno Milena Vodabovic, directora de la revista 'Paula'. "El camino de la igualdad de oportunidades en la toma de decisiones, la influencia y el poder es incierto todavía para las mujeres en Chile", ha opinado.

El politólogo Cristóbal Bellolio considera que la primacía electoral de Bachelet demuestra su "envergadura incombustible" como "fenómeno electoral". Ella tuvo la "habilidad" de hacer "propias las demandas de la calle". A su criterio, Nueva Mayoría "ha sido capaz de domesticar la furia ciudadana y ofrecer a cambio una versión institucionalizada de ese radicalismo". Pero el 'tsunami Bachelet' no se explica sin "la incapacidad de la derecha de convertirse en algo más que un paréntesis" en el palacio La Moneda y el fracaso político del propio presidente Sebastián Piñera en dotar a ese espacio de una capacidad para reproducirse.

Chile ha crecido durante el Gobierno de Piñera a una tasa del 5,5% anual. En estos cuatro años se han creado 830.000 puestos de trabajo. El paro es del 6%. La inflación anual, de un 2%. La tasa de inversión privada, del 27%. Jovino Novoa, de la ultradechista Unión Democrática Independiente (UDI), uno de los partidos que integra la coalición en el poder, lamenta que no se haya podido traducir estos logros en un éxito político. Todavía no puede comprender las razones de esta imposibilidad.

Según el antropólogo Mauricio Rojas Alcayaga, la derecha mira atónita lo que sucede porque no logra comprender el cambio cultural que experimentan muchos chilenos. Habla de los jóvenes ricos y pobres que luchan por una educación pública, gratuita y de calidad, los adultos mayores y adolescentes que pugnan por una Asamblea Constituyente y los santiaguinos y pobladores del interior que rechazan al unísono la construcción de centrales hidroeléctricas. "Lo que está en juego entonces, no es cómo me afecta a mí, sino un proyecto de país distinto, que garantice derechos básicos y no canastas de consumo, movimientos sociales que exigen ser incluidos en las grandes decisiones nacionales, una sociedad cansada de los abusos del mercado y de un mundo político que se ha llevado la política para sus casas".

La reforma de la Constitución

En su editorial de hoy 'El Mercurio' expresa el temor de que las exigencias ciudadanas resquebrajen los cimientos del llamado modelo chileno: "sin perjuicio de las políticas de crecimiento, la percepción de esta debería ser abordada por políticas sencillas, directas y cercanas, que son sanamente factibles, sin caer en el populismo". Mattehi hizo esa misma lectura, pero de una manera más directa y alarmista: "De un lado nos situamos quienes nos preocupamos por los intereses de los chilenos, sus anhelos de progreso. En el campo opuesto están los que quieren cambiar la Constitución para aumentar la burocracia estatal, ahogar a las pequeñas y medianas empresas con más impuestos y otorgarla educación universalmente gratuita a los más ricos".

La insistente reclamación de convocar a una Asamblea Constituyente que remueva los pilares hasta hoy vigentes de la legalidad heredada de la dictadura es visto por la derecha e, incluso, algunos integrantes de la ex Concertación Democrática como una amenaza. La Carta Magna de 1980, escrita a imagen y semejanza de un Augusto Pinochet que se imaginaba eterno, fue podada bajo el mandato de Ricardo Lagos (2011-2005). Se eliminaron algunos de los llamados "enclaves autoritarios" y se restableció la potestad del jefe de Estado de destituir a los intocables comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas. Pero la reforma fue siempre considerada tibia: se hizo lo que dio en su momento la relación de fuerzas. Todavía se necesitan "mayorías cualificadas" para sancionar leyes fundamentales.

"No nos pongamos a fumar opio", decía, con cierto desdén, el senador socialista Camilo Escalona cuando, un año atrás, comenzó a circular la idea de llamar a una Asamblea Constituyente. "Creo que no es una propuesta seria", decía, por su parte, el Demócrata Cristiano, Andrés Zaldívar. De a poco, esa iniciativa cobró una fuerza inusitada. El movimiento Marca Tu Voto pondrá hoy a prueba hasta dónde llegan los deseos de los chilenos de que se convoque a una Asamblea Constituyente. Hace pocos meses, eran apenas 250 personas las que se hacían eco de esa aspiración. Una reciente encuesta ha dado cuenta de que el 47% de las personas no ven con malos ojos esa propuesta. Aspiran a que los electores marquen sus papeletas con la sigla AC (Asamblea Constituyente). Consideran que si un millón de esos sufragios incluyen esa exigencia, las condiciones políticas para cambiar el texto fundamental de este país serán inmejorables. Otros, sin embargo, de que se llegue a semejante número.