La canciller alemana, Angela Merkel, respondió hoy a las críticas sobre el superávit comercial alemán procedentes de Bruselas y Washington asegurando que su país no va a "rebajar artificialmente su competitividad".

En su intervención ante un congreso organizado por el diario alemán "Süddeutsche Zeitung" en Berlín, la jefa en funciones del Gobierno alemán aplaudió las nuevas funciones de supervisión fiscal y presupuestaria de la Comisión Europea (CE), pero se mostró abiertamente escéptica ante algunas de sus recomendaciones.

"No vamos a rebajar artificialmente la competitividad alemana", señaló la canciller ante las críticas de que la mayor economía europea exporta mucho más de lo que importa, y añadió: "Hay que compararse con los más eficientes y efectivos. Y esos no se encuentran en Europa".

A su juicio, Alemania ha capeado la crisis financiera y la posterior crisis de la deuda en Europa mejor que muchos de sus socios comunitarios gracias a un potente sector exterior, uno de los puntales de su economía.

Merkel indicó que sería "absurdo" rebajar la calidad o competitividad de los bienes y servicios alemanes, y rechazó las acusaciones de bajos salarios en el sector exterior de su país.

Eso "no es un problema en absoluto", zanjó.

Además, señaló que Alemania no tiene un gran superávit comercial frente a sus socios europeos, de hecho recalcó que se encuentra dentro de los límites fijados por Bruselas, y que donde realmente las exportaciones superan con creces a las importaciones es frente a los países emergentes.

En su intervención, aprovechó para incidir en la importancia de proseguir con las reformas en Europa, con la mejora de la competitividad y la consecución de la unión bancaria, entre otros asuntos.

"Creo que no nos debemos parar. Tenemos que hacer la casa del euro más robusta", señaló e indicó que integrantes de la eurozona aún no han "reforzado lo suficiente" la Unión Monetaria como para soportar próximas crisis.

En las últimas semanas el Gobierno estadounidense, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Comisión Europea (CE) han afeado a Berlín su crónico superávit comercial, tachándolo de desequilibrio macroeconómico con repercusiones negativas más allá de sus fronteras.