El Gobierno portugués defendió hoy el aumento de la edad de jubilación a los 66 años, ya aprobado y que entra en vigor el 1 de enero de 2014, además de recordar que el consejo de la troika era que se incrementase hasta los 67.

En una intervención en el Parlamento, el ministro de Empleo y Seguridad Social, Pedro Mota Soares, garantizó que este límite no volverá a ser alterado durante los dos próximos dos años y que, a partir de 2016, dependerá del llamado "factor de sostenibilidad".

El método para calcular este indicador cambió recientemente para garantizar que las pensiones puedan ser sufragadas en función de la esperanza de vida en el país y no generar así más desequilibrios en las cuentas públicas, de acuerdo con el Ejecutivo.

De esta forma, los trabajadores lusos deberán laborar doce meses más que hasta ahora, que podían retirarse a los 65 años, para recibir el 100 % de su pensión.

Mota Soares reveló que la UE y el Fondo Monetario Internacional (FMI) -organismos que concedieron a Portugal su rescate financiero en mayo de 2011- querían que el límite se incrementara más todavía, hasta los 67 años, aunque el Gobierno prefirió "actuar con moderación".

Durante su discurso, un pequeño grupo de manifestantes que ocupaba el espacio reservado al público en el interior de la Cámara mostró su rechazo a estas políticas con carteles que rezaban: "Trabajar hasta morir, no".

La decisión gubernamental también ha recibido la censura de los diferentes grupos de oposición de izquierda, que hoy mismo volvieron a criticar este tipo de medida, así como de los sindicatos.

Este aumento de la edad de jubilación forma parte del programa de ajustes y reformas al que se comprometió Portugal con la troika a cambio de su ayuda financiera, y que el Ejecutivo ha aplicado prácticamente a rajatabla con el propósito de recuperar la confianza de los inversores en el futuro del país.