El máximo responsable de la UNWRA, la agencia de la ONU para los refugiados palestinos, Filippo Grandi, se ha declarado "totalmente conmocionado" por la situación del campo de refugiados palestinos de Yarmuk, en el sur de Damasco, y las condiciones en que viven sus habitantes. Los rebeldes sirios tomaron el campo en diciembre del 2012 y desde entonces ha sido escenario de enfrentamientos entre los opositores y las fuerzas gubernamentales. Desde julio del 2013, las fuerzas del régimen de Bashar el Asad mantienen asediado el campamento.

Grandi visitó el campo el lunes y el martes ofreció una rueda de prensa en Beirut, al tiempo que la UNWRA ha distribuido algunas fotografías. "La situación es increíble. No hay ni un solo edificio que yo haya visto que no sea como un cascarón vacío. Los inmuebles están ennegrecidos por el humo y todo el mundo se ha ido de los alrededores. Es como una ciudad fantasma; no he visto algo así en toda mi carrera profesional", subrayó.

Privación absoluta

Pero lo que más le impresionó fueron las personas, la mayoría atrapadas sin comida, medicinas o agua limpia. "Apenas pueden hablar; intenté charlar con ellos y todo lo que me dijeron fueron historias de privación absoluta", subrayó Grandi.

En este campo, convertido en un barrio del sur de Damasco, vivían antes de la guerra de Siria 160.000 personas, entre palestinos y sirios. Ahora quedan 18.000.

Un acuerdo permitió a la UNWRA distribuir ayuda desde el pasado 18 de enero, pero la operación tuvo que ser suspendida el 8 de febrero.

Hace dos semanas, combatientes yihadistas y facciones palestinas en Yarmuk alcanzaron un acuerdo en el que los islamistas --el Frente al Nusra, vinculado a Al Qaeda y otras brigadas rebeldes-- se comprometieron a abandonar el campo para que pudiera entrar la ayuda humanitaria.