Los ministros de Economía y Finanzas de la zona euro se enfrentan este viernes de nuevo, por tercera vez en 10 días, a la difícil papeleta de intentar conciliar las divergentes posturas entorno a la crisis de la deuda griega. Tras un pulso que ha durado varias semanas, el Gobierno de Atenas cedió el jueves y remitió al Eurogrupo, a través de una carta del ministro de Finanzas, Yanis Varoufakis, la petición de prórroga del rescate exigida por sus socios europeos con algunas concesiones. El Ministerio de Finanzas alemán, que dirige el todopoderoso Wolfgang Schäuble, respondió inmediatamente que la solicitud es inaceptable porque es demasiado ambigua, no conduce a una «solución sustancial» y no respeta las exigencias del programa.

«La carta de Atenas no es una propuesta que conduzca a una solución sustancial. En realidad, va en la dirección de una financiación puente, sin respetar las exigencias del programa. La carta no cumple con los criterios acordados por el Eurogrupo el lunes», zanjó ayer el portavoz ministerial, Michael Jaeger, a través de un breve comunicado.

CABALLO DE TROYA

Los reparos de Berlín se escucharon de nuevo, horas después, en la reunión preparatoria del Eurogrupo celebrada ayer tarde en Bruselas. Alemania, según un documento filtrado, reprochó a Grecia el contenido de la solicitud por no incluir «compromisos claros y convincentes» para concluir con éxito el actual programa, no aclarar cómo piensan pagar los griegos sus facturas en las próximas semanas y no confirmar públicamente la congelación de medidas unilaterales que puedan poner en riesgo el rescate. Es más, consideran que la solicitud es «un caballo de troya» que busca acceder a la financiación sin cumplir las condiciones exigidas.

Hay, pues, una desconfianza evidente y no solo en Berlín. Otros países también tienen dudas, entre ellas la de Bélgica, cuyo ministro de Finanzas, Johan van Overtveldt, puso de manifiesto que espera aclaraciones. «Nos deja más preguntas que respuestas. La petición no cumple el acuerdo del Eurogrupo», explicó. Hay, sin embargo, quien piensa que el gesto de Atenas va por buen camino y arroja algo de luz. Este es el caso de Francia y, sobre todo, de la Comisión Europea cuyo presidente, Jean- Claude Juncker, lleva días intercediendo ante Alexis Tsipras para que Grecia avance hacia la única alternativa posible si quiere acceder al apoyo financiero de la eurozona: la extensión del rescate.

SEÑAL POSITIVA

«Juncker cree que esta carta es una señal positiva que podría allanar el camino hacia un compromiso razonable en el interés de la estabilidad financiera de la zona euro en su conjunto», explicó su portavoz, Margaritis Schinas, poco antes de que Juncker volviera a hablar con Tsipras que también habló con el italiano Matteo Renzi y con la cancillera alemana, Angela Merkel, en una conversación que un portavoz griego calificó de «constructiva».

En el texto, remitido ayer al Eurogrupo y a la Comisión Europea, Grecia explica que «muchos de los acuerdos técnicos han quedado invalidados» tras las elecciones presidenciales y generales, pero también confirma que «las autoridades griegas honraremos las obligaciones financieras de Grecia con todos sus acreedores, a la vez que declaramos nuestra intención de cooperar con nuestros socios para evitar impedimentos técnicos» en el contexto del acuerdo marco que «reconocemos como vinculante respecto a su contenido de procedimiento y financiero». Es decir, palabras ambiguas y eufemismos para evitar mencionar rescate o troika pero con un resultado: Grecia cede y solicita la prórroga de seis meses.

En la oferta, el Gobierno griego accede a que las instituciones (CE, BCE y FMI) sigan supervisando el acuerdo y a no tomar medidas unilaterales que pongan en peligro los objetivos fiscales, la recuperación económica y la estabilidad financiera. A cambio pide hacer «el mejor uso de la flexibilidad dada bajo el acuerdo actual» de cara a «concluirlo de forma exitosa» y a revisarlo en base a las propuestas del Gobierno griego y de las instituciones. Además, pide «superávits fiscales apropiados», que tengan en cuenta la «presente situación económica», que el BCE vuelva a negociar con los bancos griegos lo posibilidad de colocar de nuevo deuda griega a cambio de liquidez y aprovechar estos seis meses para negociar un nuevo contrato de recuperación y crecimiento con Europa y el FMI que no es sino un tercer rescate bajo nuevas condiciones.