Sus alias son Um Omran ('Madre de Omran') y Um Mohammad ('Madre de Mohamed'). Son dos mujeres sirias que han arriesfado sus vidas para, con cámara oculta, grabar el día a día en el interior de Raqqa, su ciudad, que desde el 2013 es la capital del facto del autodenominado Estado Islámico. En caso de ser descubiertas, las dos mujeres se enfrentan a la pena de muerte por lapidación.

El resultado es una grabación que ha sido difundida por la emisora sueca Expressen TV y que muestra una ciudad fantasmal por donde solo pululan milicianos armados y donde los pocos habitantes autóctonos que quedan se arriesgan a todo tipo de castigos por las cosas más nimias. Así, un taxista les cuenta que él no puede subir a su taxi a una mujer sola y que si lo hace será castigado con 30 latigazos.

Las mujeres recorren uno de los barrios antaño adinerados de la ciudad. Ahí, aún quedan en pie lujosas viviendas, pero como ellas explican sus dueños originales "fueron expulsados o asesinados" y ahora están ocupados por yihadistas extranjeros venidos de una amplia panoplia de países. "Kazajstan, Afganistán, Arabia Saudí y Europa. Muchos vienen de Francia", cuentan.

En el vídeo, las mujeres muestran una realidad delirante. La obsesión de los yihadistas por tapar el rostro femenino llega a extremos como colorear de negro los rostros de las modelos que aparecen en las cajas de tintes para el pelo.

FUGA A TURQUÍA

La campaña de bombardeos sobre la ciudad ha llevado a muchos yihadistas extranjeros a intentar marcharse. Así lo explica un residente en la ciudad que asegura que muchos de esos terroristas les arrebatan los documentos de identidad a los sirios y con ellos emprenden el camino a Turquía para huir del país.

Las mujeres, cuya voz en el vídeo aparece deformada y a las que no se les ve el rostro por seguridad, aseguran haber arriesgado sus vídas en esta grabaciín "para que el mundo sepa que ocurre y con la esperanza de que un día (Raqqa) volverá a ser libre".