La segunda jornada de la cumbre de jefes de estado y de gobierno de la Unión Europea ha arrancado este viernes con un tema central en el menú, el futuro de la política comercial europea. Todos los ojos, sin embargo, están puestos en el tratado de libre comercio entre la UE y Canadá que permanece bloqueado por la negativa del Gobierno de Valonia. Un veto que ha obligado a multiplicar las reuniones y los contactos al más alto nivel político para evitar un fracaso que, según la UE, podría terminar con la credibilidad de la política comercial europea.

“Si no podemos llegar a un acuerdo comercial con Canadá no veo con quien sería posible cerrar acuerdos”, sigue repitiendo el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, cuya institución tiene la potestad de negociar pactos comerciales en nombre de los 28, y la mayoría de los dirigentes europeos.

Sin margen para actuar

Desde que el Parlamento de Valonia rechazara hace una semana dar plenos poderes al Gobierno federal belga a aprobar el acuerdo -las regiones tienen competencias en política comercial- los teléfonos no han dejado de sonar y las reuniones se han multiplicado. Entre el gobierno de Valonia y el Gobierno federal que lidera el liberal francófono Charles Michel, entre Valonia y Canadá, entre Valonia y la Comisión Europea. Mientras, los líderes que asisten atónitos a la batalla política desatada en Valonia y sin mucho margen para actuar.

El jueves por la noche conversaron Charles Michel y su homólogo canadiense Justin Trudeau y hoy está previsto que el primer ministro valón, Paul Magnette, negocie directamente con la ministra de Comercio canadiense, Chrystia Freeland. Y de momento, las perspectivas no parecen nada halagüeñas. “Hemos estado toda la noche tratando de buscar formulas y soluciones para tener en cuenta las preocupaciones”, ha dicho el mandatario belga. “No estoy tranquilo porque tengo la sensación de que ha habido una radicalización de las posturas del gobierno valón”, ha admitido.

Los 28 jefes de estado y de gobierno de la UE asisten a esta negociación in extremis desde la barrera -está previsto firmar el pacto en una cumbre bilateral entre la UE y Canadá el próximo 27 de octubre- y con la confianza de que terminarán encontrar un texto de compromiso que responda a las preocupaciones expresadas por los valones.

De momento los cambios introducidos en forma de nuevas garantías sobre agricultura o licitaciones públicas son satisfactorios pero no suficientes ya que el Ejecutivo valón sigue sin ver avances en relación a los tribunales de arbitraje destinados a resolver potenciales conflictos. "Mañana cuando haya conflictos entre los estados y las multinacionales ¿quien decide? Las jurisdicciones nacionales o los mecanismos que tal y como están descritos no están claros", ha advertido este mediodía ante el Parlamento valón el presidente Magnette. "La cuestión es si aceptar a ciegas aunque haya algo que potencialmente puede suponer un problema", añadía.

A la expectativa

“Estamos preparados para decidir sobre algunas interpretaciones que esperamos ayuden a los políticos de Valonia a llegar a un acuerdo” porque “este acuerdo es importante para nosotros. La economía canadiense es tan grande como la rusa así que imagínense lo que significa para la UE”, ha indicado la presidenta lituana, Dalia Gribauskaite, culpando a ambas partes del bloqueo del proceso. “No quiero culpar a las regiones” pero “ambas partes son un poco culpables de lo que está pasando”, ha añadido.

Esta nueva crisis coincide con un debate que lleva años bloqueado en la mesa del Consejo: cómo modernizar las reglas comerciales europeas y reforzar los instrumentos de defensa ante la competencia desleal de algunos países. “Necesitamos modernizar nuestros instrumentos comerciales y no debemos convertirnos en proteccionistas. El proteccionismo es dañino para todos en Europa y hay que evitarlo”, ha advertido el primer ministro estonio, Taavi Rooivas.

La UE, según la Comisión Europea, recibe el 15% de las importaciones mundiales -solo por detrás de Estados Unidos- pero sus medidas de defensa comercial representan el 7,8% de las que se aplican en todo el mundo y afectan a solo el 0,21% de las importaciones. Según Bruselas, la normativa actual no permite actuar de forma contundente contra el 'dumping' ni las distorsiones generadas por algunos países lo que hace urgente renovar la legislación.