El Gobierno británico de la primera ministra de Theresa May se sumó ayer a la cada vez mayor condena internacional a la orden ejecutiva de Donald Trump, algo que no quiso hacer el sábado. En concreto, la premier ha pedido a dos de sus ministros que trasladen quejas a sus homólogos estadounidenses y aseguren el respeto de los derechos de ciudadanos británicos con doble nacional de alguno de los siete países vetados, como puede ser el caso del medallista olímpico Sir Mo Farah y el diputado conservador Nadhim Zahawi.

La de May no ha sido la única voz política extranjera de protesta. Y desde Alemania ha llegado el mensaje de Angela Merkel, lanzado a través de un portavoz, de que «la lucha contra el terrorismo no justifica poner bajo sospecha generalizada a personas de una confesión o con un pasado específico». El Ejecutivo de Berlín, al igual que el británico, estudiará qué consecuencias tienen esas medidas para ciudadanos alemanes con doble nacionalidad, como es el caso de un vicepresidente del Bundestag de origen iraní, Omig Nouripur, miembro de Los Verdes.

También reaccionó el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, quien dejó clara la voluntad de su país de acoger refugiados. «A los que huís de la persecución, el terror y la guerra, que sepáis que Canadá os acogerá independientemente de vustra fe», tuiteó Trudeau.

Por contra, el sábado Trump y Putin empezaron a preparar el terreno para la mejora de las relaciones de la que el magnate neoyorquino tanto había hablado en la campaña electoral. En una conversación telefónica entre ambos, hablaron, entre otros temas, de restaurar los vínculos económicos y comerciales, lo que en el fondo no deja de ser un eufemismo. Pero, según el Kremlin, en ningún momento se trató el tema de las sanciones a Rusia.

Como primer resultado tangible de la buena sintonía de la que ambos han hecho gala, acordaron trabajar para «coordinar» sus acciones en Siria contra Estado Islámico, algo que durante el mandato de Obama era casi un anatema, debido al bombardeo por parte de la aviación rusa, aliada de Damasco, de objetivos civiles durante el asedio de Alepo.