Quienes pensaban que la elección del ecologista Alexander van der Bellen para la presidencia de Austria tendría un impacto progresista en las políticas migratorias del país se equivocaron. Los poderes de la presidencia son muy limitados y el Gobierno de Viena sigue girando a la derecha. La gran coalición formada por socialdemócratas y conservadores aprobó ayer un paquete de medidas entre las que figura la prohibición del velo integral en los espacios públicos por ser un «símbolo antisocial». Con esta iniciativa restrictiva se ayudará «a integrar mejor a los inmigrantes a los que se les ha permitido quedarse en el país», según el ministro de Exteriores, Sebastian Kurz.

El Partido Popular Austríaco (ÖVP) ha impulsado la agenda de seguridad de este nuevo paquete de medidas, que incluye un endurecimiento de los controles sobre los solicitantes de asilo y más vigilancia con videocámaras y en la frontera, así como más presupuesto para clases de alemán. Aunque el Partido Socialdemócrata (SPÖ) se opuso inicialmente, tras cinco días de negociación con sus socios de gobierno desde el 2008 han terminado claudicando. «La obligación más importante que tenemos es proteger a nuestra gente», remarcó el canciller austriaco, el socialdemócrata Christian Kern.

A cambio, el SPÖ ha podido dar cuerda a la cara más social de este plan titulado Por Austria e impulsar un programa de empleo para los parados de larga duración.

Con estas medidas, el Gobierno austriaco trata de responder al auge del populismo ultranacionalista y xenófobo, capitalizado por el Partido de la Libertad de Austria (FPÖ). Aunque su candidato, Norbert Hofer, fue derrotado en las elecciones presidenciales del pasado diciembre, el FPÖ sigue líder en las encuestas de voto cara a las legislativas.