Hizo su aparición como una estrella, entre los subidos decibelios de la música electropop de Kavinsky y los focos de colores. Llegó con traje y corbata y con la sonrisa que le acompaña siempre, como su mujer, Brigitte, a su lado el domingo en el parisino parque de Exposiciones de la Puerta de Versalles. Fue la gran noche de Emmanuel Macron y la puesta en escena resultó impecable para arropar a un triunfador, al hombre de 39 años, virgen en el combate político, que en el tiempo récord de dos años ha salido de la sombra para tener ya un pie puesto en el Elíseo. «Gracias a vosotros», fueron sus primeras palabras.

Vosotros que son ellos, una generación de treintañeros, urbanos, formados, que hablan idiomas y que constituyen el corazón de En Marche! (EM!), el no partido político, el movimiento que no es «ni de izquierdas ni de derechas» y sí profundamente europeísta. La maquinaria perfectamente engrasada que va a llevar a Macron a la presidencia de Francia, creada hace justo un año y concebida a espaldas de François Hollande cuando el ahora candidato favorito todavía era su ministro de Economía.

«Tengo ganas de hacer algo», confesó en octubre del 2015 a cuatro de sus estrechos colaboradores en su despacho de Bercy. En abril del 2016, Macron reveló a Hollande que presentaría su movimiento. «Emmanuel me ha hablado de una oferta política nueva», dijo el presidente a un diputado del Partido Socialista, según ha contado en un reportaje el semanario L’Express. Nunca pensó que sería contra él y, más adelante, admitió la «traición con método» de su ministro. El 16 de noviembre, Macron presentó su candidatura al Elíseo. Para todos los que le aconsejaban esperar al 2022 tenía la misma respuesta: «Tú me hablas del mundo de ayer, el sistema está muerto, el espacio está ahora».

EM! (siglas de En Marche! y de Emmanuel Macron) nació el 6 de abril en Amiens, ciudad natal del candidato. Hoy son 260.000 marchants repartidos por toda Francia. Cuenta con un ejército de voluntarios -se les llama helpers- y los donantes son los bénévoles. Entusiastas todos como las marchants Salomé y Agathe, de 20 y 23 años, que con su bandera europea celebraban la victoria de Macron con un programa para «todos y no solo para los privilegiados». O Gérard, de 31 años, que confiesa que es la primera vez que se implica en política contagiado por el «optimismo» que transmite Macron y su «energía transformadora». Ideas recogidas en la gran marcha lanzada el pasado mayo, en un gigantesco puerta a puerta por las grandes ciudades para recoger entre 100.000 ciudadanos su opinión sobre el estado de Francia, sus inquietudes y deseos, cuyo objetivo era hacer un «dignóstico» y elaborar un plan de acción y un programa. «Nos hemos inspirado en lo que se hizo en Estados Unidos», confía a Le Parisien uno de los coordinadores de la operación Macron que siguió las campañas de Barack Obama, Hillary Clinton y Bernie Sanders.

Los comités locales repartidos por todo el territorio han permitido organizar durante la campaña cientos de eventos toda la semana. El de París es además el cuartel general de EM!, una sede repartida en tres pisos de espacios abiertos con apariencia de una empresa en Montparnasse. Allí trabajan 300 personas.

«Una de las cosas que ha debilitado a los partidos actuales es la falta de profesionalismo», ha diagnosticado Macron, cuyas instrucciones son claras: reducir al máximo la demora en la respuesta a los correos electrónicos y las llamadas telefónicas. La organización tiene un funcionamiento centralizado: ni congresos ni votos de la militancia. Bajo la batuta de un secretario general de la máxima confianza de Macron trabaja un comité político de nueve delegados nacionales.

Pero a partir de ahora, si se produce su desembarco en el Elíseo, tocará organizar las legislativas de junio, seleccionar a los candidatos. La start-up de Emmanuel Macron afrontará un nuevo y complejo reto, al que se incorporarán «nuevas caras y nuevos talentos» para seguir sacudiendo el paisaje político francés.