Tras desaparecer durante tres meses de la esfera pública para disfrutar de unas largas vacaciones, Barack Obama ha celebrado en Chicago su primer acto público desde que abandonó la Casa Blanca. Rodeado de estudiantes, en la misma universidad donde estudió Derecho, el expresidente de EEUU instó a los jóvenes a implicarse en la política, pero ha evitado hacer comentario alguno sobre el trabajo de su predecesor, que esta semana cumplirá sus primeros 100 días en el poder.

«¿Qué es lo que ha pasado mientras he estado fuera?», dijo al empezar su intervención. No fue más que una broma porque pasó por alto cualquier referencia a Donald Trump, con quien mantuvo una enconada batalla dialéctica en las semanas previas a las elecciones.

Obama, que siempre agradeció que George W. Bush evitara terciar sobre su mandato, parece dispuesto a hacer lo mismo con Trump, con el que se mostró conciliador durante las semanas que duró el periodo de transición. Durante su intervención, indicó que sigue preocupado por asuntos como la desigualdad, el cambio climático o la justicia penal, pero sugirió que por encima de todo pretende dedicar su tiempo a preparar a los líderes del futuro.

«Lo más importante que puedo hacer es ayudar como pueda a que los líderes de la próxima generación tomen el testigo y pongan su grano de arena para cambiar el mundo», dijo antes de empezar una mesa redonda con varios estudiantes.

Obama recordó sus primeros pasos como organizador comunitario en Chicago y, si bien reconoció que su idealismo no le bastó para cambiar el mundo en aquellos años de juventud, aprendió lecciones que se convirtieron en los pilares de su carrera política. «Esta comunidad me enseñó que la gente común, cuando trabaja al unísono, puede hacer cosas extraordinarias». El expresidente también dejó entrever su frustración con el juego político en Washington.