Es pronto para saber si desembocará en una guerra comercial, pero la primera salva ya se ha disparado. La Administración de Donald Trump anunció ayer que impondrá elevados aranceles a la importación de maderas blandas desde Canadá, un material muy utilizado en la construcción de casas, tras acusar al país vecino de subsidiar su producción. La medida abre una disputa con el segundo socio comercial de Estados Unidos, con el que la Casa Blanca quiere renegociar el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (NAFTA) y representa también el primer correctivo arancelario de un presidente que hizo campaña amenazando con imponer medidas proteccionistas contra los principales competidores de su país. Los aranceles previstos oscilarían entre el 3% y el 24%, y no han tardado en generar las protestas de Canadá.

Desde que llegó a la Casa Blanca, Trump ha ido atenuando su agresiva retórica comercial y prácticamente ninguna de las drásticas represalias que prometió contra China, México o Alemania por aprovecharse supuestamente de EEUU se han materializado. Ni se ha consumado la designación de Pekín como manipulador de la moneda ni se han impuesto aranceles del 35% a los coches estadounidenses importados desde México. De ahí las muestras de alivio expresadas la semana pasada por el Fondo Monetario Internacional y los ministros de Finanzas del G-20 durante la reunión que mantuvieron en Washington. Pero como demuestran los aranceles anunciados por el Departamento de Comercio, el nacionalismo económico abanderado por Trump sigue vivo.

La disputa con Canadá se remonta varias décadas en el tiempo, y se deriva de las diferencias que existen en los dos países respecto a la propiedad de los bosques de coníferas. En Estados Unidos, las explotaciones suelen ser propiedad de las compañías madereras, mientras que en Canadá los predios pertenecen al Estado. La industria estadounidense considera que la madera está subsidiada porque el vecino del norte cobra bajos impuestos a sus empresas por explotar los bosques.

Canadá ha respondido al anuncio de Washington afirmando que protegerá su industria, acudiendo a los tribunales de arbitraje si fuera necesario, «para rescindir esta injusta e injustificada acción comercial».