La refundación del Frente Nacional (FN) se hará en medio de una grave crisis. Florian Philippot, vicepresidente del partido y mano derecha de Marine Le Pen durante los últimos seis años, anunció ayer su dimisión.

Le Pen le había dado a Philippot un ultimátum para que renunciara a la presidencia de Los Patriotas, una asociación política que, además de hacerle competencia, no veía compatible con el ejercicio de la vicepresidencia del FN. La negativa de su número dos llevó a Le Pen a vaciar de contenido su puesto en el partido y Philippot tardó solo unas horas en dar el portazo.

«Me han dicho que era vicepresidente de nada. No me gusta hacer el ridículo, nunca me ha gustado no hacer nada, así que por supuesto que dejo el FN», anunció en France 2.

La ruptura se ha escenificado ahora pero comenzó a gestarse tras el fracaso de las presidenciales de mayo. El FN logró pasar a la segunda vuelta y alcanzar un resultado histórico (10,6 millones de votos) pero se quedó lejos de su objetivo pese a los vientos populistas que soplaban a su favor.

Desde entonces eran cada vez más las voces que pedían la cabeza de Philippot. Alto funcionario, enarca (formado en la elitista ENA) y auténtico cerebro de la formación desde que entró en su organigrama en el 2011, Philippot fue el artífice de la estrategia de desdiabolización para dar un barniz de respetabilidad al partido racista, xenófobo y antisemita fundado por Jean Marie Le Pen en 1972.

Pero la llamada línea Philippot -soberanista, escorado hacia los aspectos económicos y sociales y partidario de la salida del euro- fue considerada el principal responsable del fracaso. Al mismo tiempo el liderazgo de Marine Le Pen se tambaleó.

Con la marcha de su vicepresidente, la líder ultraderechista inicia un giro para recuperar el ADN del partido.