Solo un día después de que EEUU quedara conmovido por el convincente testimonio de Christine Blasey Ford, la mujer que ha acusado al juez Brett Kavanaugh de intento de violación, los republicanos del comité que examinaba su nominación han dado su apoyo al juez para que avance en su camino hacia el Supremo. Los conservadores han aprovechado su escaño de mayoría en el comité para trasladar la decisión última sobre el futuro de Kavanaugh al pleno de la Cámara Alta a pesar de la oposición en bloque de los demócratas. Pero la suya es solo una victoria parcial. A última hora y en contra de todas las previsiones, el republicano Jeff Flake y los suyos reclamarán una investigación del FBI que aclare si el hombre elegido por Donald Trump para sentarse de por vida en el Supremo es inocente o es un depredador sexual.

La jornada volvió a reflejar las pasiones encendidas que el proceso para nominar a Kavanaugh ha generado a lo largo y ancho del país. Pero también fue un fiel reflejo de cómo el partidismo más exacerbado está destruyendo la credibilidad en las instituciones por la tendencia de la clase política a primar los intereses de partido sobre los intereses de la ciudadanía y la adhesión ideológica sobre los más elementales principios éticos.

CONFRONTACIÓN / Se vio en la dramática sesión de la víspera, casi nueve horas que sirvieron para contrastar las contenidas acusaciones de Ford con la agresiva defensa de Kavanaugh. «El espectáculo en el Capitolio fue una confrontación cruda y de tierra quemada entre los bandos que desgarran emocionalmente al país. Hombres contra mujeres, derecha contra izquierda y todo aderezado con una cascada de recriminaciones, explosiones de furia y horas de lágrimas y lamentos», escribió The Washington Post.

Al final de las nueve horas, todo quedó como al principio. Los republicanos apoyando a un Kavanaugh que se presentó como la víctima de una conspiración de la izquierda para destruirle mientras evadía preguntas y sacaba a relucir un temperamento volatil. Y los demócratas cerrando filas en torno a la doctora Ford, que, con una actitud mucho más contenida y respetuosa, expuso los traumas que aquella presunta agresión de hace 36 años dejaron en su vida

EL PRESIDENTE / En defensa del juez salió también el presidente, quien dijo que las reservas expresadas por los demócratas no son más que «una estafa y un esfuerzo para retrasar, obstruir y resistir» su nominación. «Su testimonio fue poderoso, honesto y cautivador». Pero ayer mismo cambió de tono para decir que la declaración de Ford le resultó «muy creíble» y «convincente» y que la profesora le pareció «una mujer estupenda».

Lo cierto es que, como repitieron ayer los demócratas en la sesión del Comité Judicial del Senado para votar la nominación de Kavanaugh, las medidas adoptadas para descubrir la verdad han dejado mucho que desear. Los republicanos no han permitido escuchar a ningún testigo ni han autorizado al FBI que investigue los hechos, como sí se hizo en 1991, cuando Anita Hill acusó al juez Clarence Thomas de acoso sexual. Tienen prisa. Quieren cerrar la confirmación antes de las legislativas de noviembre para evitar que un potencial vuelco en el Senado descarrile la nominación de Kavanaugh. Si lo consiguen, se asegurarán el control del Supremo, el tribunal que tiene la última palabra sobre cuestiones tan trascendentales como el aborto o la tenencia de armas.

Pero esas prisas han sido al final malas consejeras. En contra de todas las previsiones, Flake se ha desmarcado de los suyos en el último momento para respaldar la investigación del FBI que reclamaban los demócratas, una demanda a la que se ha sumado después su correligionaria Lisa Murkovsky.

«El país se está desgarrando», es lo que dijo Flake con gesto contrito. «Creo que necesitamos una breve pausa». Concretamente, lo que pidieron fue un parón de una semana de duración para que el FBI investigue antes de proceder con el voto en el pleno del Senado, donde los conservadores tienen una exigua mayoría de 51 a 49.

Flake es uno de los pocos senadores moderados que quedan, quizás el más combativo en su oposición a Trump tras la muerte de John McCain. Y ya no tiene que preocuparse por su futuro porque se jubilará en noviembre.