Aún no había cumplido 15 años cuando Julian Assange (Townsville, Queensland, 3 de julio de 1971), había vivido en medio centenar de localidades de Australia, fruto de la vida itinerante de su madre y sus diferentes parejas. Una vida nómada que dificultaba su arraigo y explica su decidida inmersión en el mundo de las nuevas tecnologías. No en vano, durante su adolescencia ya demostró su gran pericia y, bajo el alias de Mendax, superó los sistemas de seguridad de entidades como la NASA y el Pentágono. En 1991, la justicia ale acusó de 31 cargos de ciberdelitos, pero apenas debió asumir una pequeña multa ya que el juez achacó sus delitos a la curiosidad juvenil.

Años después, se demostraría que fue más que una rebeldía. En el 2006 alumbra WikiLeaks, una plataforma de denuncia que divulga documentos confidenciales que entre sus primeras exclusivas reveló información clasificada sobre el centro de detención de EEUU en Guantánamo.

En el 2010, publicó medio millón de documentos proveídos por el analista del Departamento de Inteligencia de EEUU Bradley Manning, incluyendo datos comprometedores para Washington en las guerras de Irak y Afganistán. Poco después, WikiLeaks publicaba 250.000 cables diplomáticos confidenciales involucrando a otros países. Desde entonces su vida ha estado rodeada de la controversia: para algunos, es un revolucionario que contribuyó a que se precipitaran fenómenos como la Primavera Árabe; otros cuestionan su metodología y la auténtica finalidad de su proyecto. La segunda de las interpretaciones cobra forma en la denuncia de la justicia sueca por la presunta violación de una mujer en el 2010 -quedó archivada hace 3 meses- y por la petición de extradición de Washington, que le acusa de 18 delitos, incluido el de conspiración. Pidió asilo en la Embajada de Ecuador en Londres. En el 2019, Quito le retiró el asilo y fue detenido para someterle al juicio que dirime si se acepta su extradición a EEUU.