"El 'cerebro' tiene que ir a la cárcel". Con una pancarta-denuncia sobre la "deficiente" investigación del crimen como encabezamiento, unos 22.000 moscovitas han desafiado este sábado las gélidas temperaturas y las precipitaciones de nieve para recordar al asesinado líder opositor Borís Nemtsov, acribillado a balazos por la espalda hace cinco años cuando cruzaba el puente Bolshoy Moskvoretsky, al pie de las murallas del Kremlin. Este año, el tradicional acto conmemorativo, que ha recibido el visto bueno de las autoridades y se ha desarrollado sin incidentes, se ha convertido en una ocasión para exigir la liberación de los condenados a penas de cárcel durante las manifestaciones de protesta del pasado verano y para denunciar los recientes planes del Kremlin de sacar adelante una reforma constitucional que permitiría a Vladímir Putin mantener su influencia cuando tenga que dejar la presidencia, dentro de cuatro años.

"No al terror del Estado"; "hay que cambiar al poder, no la constitución", eran otras de las pancartas que han podido verse durante la marcha. La muchedumbre ha partido de la plaza Pushkin, en el centro de la ciudad y tradicional lugar de encuentro de la oposición rusa, y ha realizado un recorrido de varios kilómetros hasta llegar a la avenida del Académico Sajárov, que lleva el nombre del histórico disidente soviético. "Rusia será libre", era la consigna más coreada por los manifestantes durante el recorrido. "La atmósfera es maravillosa, voces poderosas, consignas firmes y sin miedo; y la principal exigencia, la dimisión de Putin", ha escrito en un tuit el dirigente opositor, Iliá Yashin, uno de los líderes del partido PARNAS y compañero de filas del difunto Nemtsov.

En este quinto aniversario del magnicidio, los organizadores han logrado congregar al doble de asistentes que en el año anterior, en el que tan solo acudieron a la cita alrededor de 10.000 personas, según la oenegé 'Contador Blanco'. El malestar se ha extendido entre la sociedad, y la oposición ha demostrado durante las maniestaciones de los meses estivales que cuenta con una creciente capacidad de movilización. Además, las pretensiones de Putin de mantener intacto su peso en los asuntos del Estado cuando finalice su mandato en el 2024 mediante un paquete de reformas constitucionales diseñadas a medida, segñun coinciden todos los analistas, parecen haber azuzado los ánimos entre la población.

Reciente sondeo sobre la reforma constitucional

Un reciente sondeo públicado por el centro Levada, el único instituto de opinión independiente del país, daba cuenta de una profunda fragmentación entre la ciudadanía rusa a la hora de valorar las propuestas del Kremlin. Un 25% de los encuestados se declaraba a favor de las mismas, un 37% se mostraba dispuesto a participar en el referéndum, que se celebrará el próximo 22 de abril, aunque no sabía cual seria su sentido del voto, otro 23% pensaba boicotear la consulta de abril mientras que un 10% iba a oponerse al paquete legislativo presidencial introduciendo en la urna una papeleta negativa. Además, un 65% admitía "no entender la esencia de las reformas". Conscientes de que la abstención puede convertirse en un problema el día de la votación, las autoridades han dado órdenes a las provincias para facilitar el voto a distancia, permitiendo votar incluso en casa u organizando centros electorales cerca de los lugares de trabajo, en una consulta no oficial que tendrá un valor consultivo y no vinculante, según ha informado el rotativo 'Védomosti'.