"El camino al trabajo, las emergencias, las compras, las visitas médicas, la participación en reuniones, citas obligatorias y exámenes, la ayuda a otras personas o el deporte individual y el movimiento al aire libre, así como otras actividades necesarias, siguen siendo obviamente posibles". Este fue uno de nueve puntos acordados entre el Gobierno federal y los ejecutivos regionales de los estados federados de Alemania, y anunciados el pasado domingo por Angela Merkel.

La cancillera, además de informar a los ciudadanos de las amplias restricciones de movimiento que rigen ahora en el país para intentar frenar el avance del coronavirus, también remarcó una medida: su Gobierno sigue resistiéndose a aplicar el confinamiento obligado y generalizado de su población, que puede salir a pasear y a hacer deporte siempre y cuando no sea en grupo y se mantenga la distancia de precaución de metro y medio.

"Es importante que hayamos acordado reducir los contactos, pero que las personas puedan seguir abandonando sus casas para realizar actividades necesarias, y también para respirar aire fresco", explicó Merkel en la misma rueda de prensa del domingo. ¿Por qué el Gobierno de Alemania, a pesar de ser uno de los países del planeta con un mayor número de infectados -más de 27.000 casos, según cifras del Instituto Robert-Koch del 24 de marzo- sigue resistiéndose a aplicar el confinamiento prácticamente total decidido en otros países como España o Italia?

BAJA LEALTAD

Una primera razón es la relativa baja mortalidad que de momento está generando -según cifras oficiales- el virus en Alemania. Con casi 30.000 contagiados, el país registra menos de 130 muertos (menos del 1 por ciento de mortalidad). Aunque todavía no hay certeza científica sobre los porqués, parece que la mayor capacidad de hacer tests y diagnosticar casos permite que el número oficial de infectados sea más cercano al número real, lo que reduce la letalidad porcentual del virus.

A ello hay que sumar el mayor número de camas de UVI con equipos de respiración asistida (alrededor de 30.000, según el ministerio de Sanidad alemán) y el hecho de que la media de edad de los infectados sea más baja que en otros países (ello parece responder a una vida social y familiar menos intensa que en los países del sur de Europa). Esa baja letalidad le permite de momento al Gobierno federal un mayor margen de permisividad para el movimiento de la ciudadanía.

Otro motivo es la dimensión económica de la crisis: tras varios trimestres esquivando por décimas la recesión, tanto el Gobierno federal como los principales institutos económicos del país reconocen que el PIB de Alemania sufrirá un considerable batacazo en el 2020, al menos tan grande como el de la última Gran Recesión de 2009 (entonces, la economía alemana cayó un 5 por ciento. Esta vez, esa caída del PIB podría doblarse, como apuntó recientemente el Instituto para la Economía Mundial de Kiel).

Tras anunciar ayudas públicas, créditos y garantías billonarias, tanto el ministerio federal de finanzas como el de economía quieren que la actividad económica del país, enormemente dependiente de un comercio exterior ahora ampliamente paralizado, mantenga unos mínimos que permitan seguir funcionando a parte de las estructuras productivas. El objetivo es superar la crisis con el menor número de despidos y de cierre de empresas posible.

VIOLENCIA EN EL HOGAR

Una de las primeras medidas preventivas adoptadas por las autoridades alemanas fue el cierre de guarderías, escuelas, bibliotecas públicas, servicios sociales y centros comunitarios. Las familias con problemas estructurales que habitualmente acuden a esos centros en busca de ayuda ya no pueden hacerlo. Ello genera el miedo en las autoridades a que aumente la violencia en el hogar, especialmente la violencia de género contra las mujeres y las agresiones contra menores.

Como apuntan medios alemanes citando a fuentes internas del Gobierno federal, la propia Merkel ha expresado su preocupación sobre un eventual confinamiento como el introducido en España pueda provocar un aumento de los suicidios y también de la violencia en el hogar. Ello también podría explicar que el gobierno alemán siga prescindiendo del confinamiento generalizado.

Y, por último, hay una explicación de carácter histórico: la experiencia del socialismo autoritario de la República Democrática Alemana (RDA, el desaparecido estado alemán oriental), con su Muro de Berlín, su paranoia de control social y sus restricciones de movimiento a su población. Merkel fue ciudadana de ese desaparecido país y conoció de primera mano el autoritarismo y sus restricciones a las libertades individuales.

Mientras las cifras de muertos se contengan, el sistema sanitario no llegue al límite del colapso y la ciudadanía respete mayoritariamente las restricciones parciales de movimiento, todo apunta a que el gobierno alemán evitará el confinamiento generalizado de la población.