A Donald Trump le quedan las fieles bases, la familia, algún alto cargo como el jefe de gabinete o el secretario de Estado y varios personajes republicanos de segunda fila aún aliados en su quijotesco empeño sin futuro por negar su derrota, pero el presidente saliente de Estados Unidos está, a efectos prácticos, prácticamente solo en su inútil combate contra los resultados de las elecciones.

El lunes, justo después de que el Colegio Electoral certificara a Joe Biden como presidente electo, Trump anunció la salida de su fiscal general, William Barr. Era una dimisión con aires de despido. Y aunque era el propio presidente el que la publicitaba, en un obvio intento de desviar la atención mediática de la confirmación de Biden, ponía el foco sobre uno de los problemas con los que ha topado en su asalto a la democracia.

Incluso un aliado de Trump tan firme como Barr, que ha contribuido a una politización del Departamento de Justicia sin precedentes en las últimas cinco décadas, ha chocado con el presidente en su intento de sacudir el proceso electoral. Y las tensiones que se dispararon en un principio cuando Barr se negó a reconocer que haya existido "fraude" con impacto en los resultados electorales se hicieron insostenibles cuando Trump supo que el fiscal general se había negado a publicitar una investigación sobre Hunter Biden, el hijo del presidente electo, antes de los comicios.

Aún más definitivo para subrayar la soledad de Trump ha sido un momento vivido en el Senado este martes. En un discurso, con la llegada de Biden a la Casa Blanca ya inexorable, el poderoso líder republicano de la Cámara alta, Mitch McConnell, por fin ha reconocido públicamente y ha felicitado al demócrata como presidente electo. McConnell nunca había repetido las fantasiosas acusaciones de Trump sobre fraude o unas elecciones amañadas pero con su silencio les había dado el incendiario aire que les ha permitido sobrevivir.

Los ojos en Georgia

Un fantasma que se empezaba a mover tras el paso dado por McConnell es que Trump busque venganza y use su aún determinante influencia en los votantes republicanos, a los que mayoritariamente y según los sondeos ha conseguido convencer de que las irregularidades han marcado las elecciones. La diana estaría en la carrera por los dos escaños que se votan en segunda ronda en Georgia el 5 de enero y decidirán el control del Senado.

A Trump, además, le queda Twitter, donde este martes seguía retando a la realidad hablando de "tremendas pruebas sobre fraude".

No obstante, incluso está perdiendo el altavoz sin filtro en algunos de los medios de ultraderecha que hasta ahora han dado pábulo a sus falsedades y con ello se habían ganado su gracia (y sus seguidores). Newsmax, propiedad de su buen amigo Chris Ruddy, ha confirmado que va a empezar finalmente y tras el resultado del voto del Colegio Electoral a referise a Biden como "presidente electo", algo que no había hecho hasta ahora.