La decisión del Tribunal Supremo brasileño de establecer la obligatoriedad de la vacuna contra el covid-19 provocó la ira del presidente Jair Bolsonaro. El capitán retirado ya avisó de que no acatará el dictamen. "Algunos dicen que doy un mal ejemplo, qué imbéciles, idiotas, yo ya tengo los anticuerpos, ¿para qué ponerme la vacuna?".

El alto tribunal se pronunció casi por unanimidad: 10 votos contra uno. Y fundamentó su postura en la necesidad de que el gigante sudamericano, donde han muerto más de 185.000 personas como consecuencia del virus, debe priorizar "la salud colectiva". La máxima instancia judicial advirtió a su vez de que la negativa a aplicarse la vacuna puede tener consecuencias, entre ellas la imposibilidad de obtener el pasaporte.

"¿Qué lindo, ¿no? (...) ¿Quién quiere medidas restrictivas?", ironizó Bolsonaro. "El Supremo no ordenó imponer medidas restrictivas, el Supremo dijo que el presidente, los gobernadores pueden imponerla, yo no voy a imponer nada, de mi parte cero (...), no habrá medidas restrictivas el año que viene, además el año que viene no habrá vacunas para todos".

Contra Pfizer y los chinos

A la vez, el capitán retirado expresó sus sospechas acerca de los eventuales efectos colaterales de las vacunas. "En el contrato de Pfizer está bien claro: 'no nos hacemos responsables por cualquier efecto colateral'. Si te vuelves un caimán, es tu problema. Si te conviertes en Superman, si le sale barba a alguna mujer o si un hombre empieza a hablar agudo, ellos (Pfizer) no tienen nada que ver con eso. Lo peor es meterse con el sistema inmunológico de las personas". Bolsonaro ha tenido a su vez una controversia con el gobernador del estado de Sao Paulo, Joao Doria, un exaliado suyo, por haber adquirido más de tres millones de dosis de la vacuna china, Coronavac.

A lo largo de la pandemia, el presidente se tomó el covid-19 con sarcasmo (la calificó de "gripecita") y despreció el papel de la ciencia. Eso le valió la pérdida de dos ministros de Salud. Bolsonaro defendió durante meses el regreso forzado a una normalidad imposible. "Ahora, cuando la llegada de la vacunación abre el primer camino para reducir la distancia y una reanudación segura, el sabotaje presidencial permanece en la ecuación", señaló el diario paulista 'Folha'.

El Banco Central ha considerado que un retraso en la vacunación "obviamente tendrá un impacto en la actividad". Por su parte, el ministro de Economía, Paulo Guedes, aseguró que una vacunación masiva renovaría la esperanza en una pronta recuperación de la actividad de un país cuyo PIB caería al menos 4,4%. "Se garantizaría un regreso seguro al trabajo".