Al menos 20 personas han muerto este jueves en un doble atentado suicida en el centro de Bagdad, la capital iraquí. El ataque ha ocurrido en un mercado de ropa de segunda mano, y ha dejado, además, a más de una treintena de heridos. Muchos de ellos, según la policía iraquí, están en estado crítico: la cifra de muertos podría subir.

Por el momento, nadie ha reclamado aún la autoría del atentado, que, sin embargo, sí que lleva una marca clara. Este tipo de ataques los lleva a cabo el Estado Islámico (EI), que fue derrotado militarmente en Irak en 2017 con la reconquista de Mosul y la persecución de los militantes del grupo hasta la frontera con Siria. Sin embargo, el EI no ha desaparecido del todo en la región: tanto en territorio sirio como iraquí, los yihadistas siguen escondidos en células durmientes en las ciudades y, sobre todo, en zonas rurales de ambos países. Desde allí, montan emboscadas constantes contra las fuerzas de seguridad.

Pero hacía meses que no atacaban Bagdad ni las grandes ciudades de Irak, de donde habían sido, según el gobierno del país, erradicados. Desde 2019, no había habido ningún atentado suicida en la capital iraquí, y menos de esta magnitud. Aunque, sin embargo, la ciudad no se ha librado de vivir un 2020 convulso al extremo.

Bagdad vivió en enero del año pasado el asesinato del general iraní Qasim Soleimani, tras un bombardeo estadounidense en el aeropuerto de la ciudad. Tras ese ataque, y durante varios meses, las milicias proiranís del país, las Unidades de Movilización Popular (UMP), dispararon cohetes y morteros en varias ocasiones contra la zona verde de Bagdad, el recinto cerrado y ultra protegido donde están la mayoría de embajadas extranjeras y edificios gubernamentales. Su objetivo era la embajada estadounidense.

Un año de protestas

Pero sin duda lo que más ha marcado este 2020 a la población iraquí son las protestas multitudinarias que han sacudido el país durante todo el año. Cientos de miles de personas, sobre todo jóvenes, salieron a las calles a reclamar un sistema político más justo y menos basado en el sectarismo. Este sistema impera en Irak después de la invasión de los EEUU de 2003.

El gobierno iraquí, por la presión, tuvo que dimitir en bloque las elecciones para escoger a uno nuevo tienen que ser, en principio, este 2021, pero su marcha no impidió que las protestas fuesen respondidas con violencia extrema: en muchos casos, para reprimirlas, la policía usó fuego real.

Irak contiene el aliento esperando dejar atrás una década de violencia, sectarismo y extremismo. El atentado de este jueves recuerda que 2021 no lo pondrá fácil.