Un año después de la llegada del coronavirus, la coordinación sanitaria de los 27 estados de la Unión Europea (UE) avanza con una lentitud incompatible con la extrema gravedad de la situación. La cumbre telemática, que concluyó en la madrugada de este viernes, es un nuevo ejemplo de ello, mientras que el decepcionante resultado de las cuatro primeras semanas de la campaña de vacunación revela una falta de preparación y un exceso de autocomplacencia.

A pesar de los esfuerzos de la Comisión Europea para lograr una mayor y mejor coordinación de los Veintisiete frente a la pandemia, los gobiernos siguen actuando sin concertación en cuestiones esenciales, como la prohibición de vuelos y llegada de personas procedentes de terceros países más afectados por las nuevas cepas más contagiosas del virus (británica, sudafricana, brasileña), los requisitos para los ciudadanos europeos para entrar en otro país de la UE (test, cuarentenas), el uso y el tipo de mascarilla… Hungría incluso ha autorizado la vacuna rusa Sputnik V y la británica Oxford-AstraZeneca antes de que sean aprobadas por la Agencia Europea del Medicamento.

Cada gobierno de la UE decide por su cuenta el veto de vuelos por cuestiones sanitarias, a pesar de la libre circulación de personas que existe posteriormente dentro de la UE. Así, por ejemplo, Finlandia mantiene suspendidos los vuelos con Irlanda, el Reino Unido y Sudáfrica; Holanda acaba de prohibir los vuelos con el Reino Unido, Sudáfrica y Sudamérica; Dinamarca acaba de suspender sus vuelos con Dubái debido a certificados de test falsos y Portugal ha suspendido todos sus vuelos con el Reino Unido, mientras España los mantiene con restricciones.

La Unión Europea no ha acordado un marco común sobre el uso de los test rápidos de antígenos y el reconocimiento mutuo de sus resultados por los Veintisiete hasta el 20 de enero. El acuerdo además no es jurídicamente vinculante, sino que se trata de una mera recomendación. La Comisión Europea presentará el próximo lunes una propuesta para restringir los viajes no esenciales dentro de territorio comunitario, con otra recomendación no vinculante.

La debilidad de la UE se pone de manifiesto especialmente en la lenta vacunación, pese a la extrema emergencia sanitaria. Si la llegada del virus cogió a la UE desprevenida con unos sistemas sanitarios bajo mínimos y la anunciada segunda ola volvió a atrapar a los gobiernos sin reforzar adecuadamente sus capacidades sanitarias, la prevista campaña de vacunación parece deficientemente preparada.

La Comisión Europea cometió el error inicial de demorar hasta noviembre la contratación de las vacunas que estarían primeramente disponibles (Pfizer y Moderna) y de adquirir un número limitado de dosis (280 millones para vacunar a 140 millones de personas) con una entrega escalonada a lo largo del año. La ampliación del pedido posterior en enero no evita una penuria de dosis en la primera mitad del año. Esto ha llevado a Alemania a comprar 30 millones de dosis por su cuenta, a Hungría a adquirir vacunas rusas y negociar la compra de vacunas chinas y a Chipre a pedir ayuda al Ejecutivo de Israel.

La disponibilidad de vacunas en la actual Unión Europea podría mejorar en febrero si la Agencia del Medicamento aprueba la vacuna de Oxford-AstraZeneca el 29 de enero. Dinamarca y Austria han reclamado una predistribución de las dosis de ese preventivo por los países para poder utilizarla sin demoras.

Los gobiernos europeos también han demostrado una limitada capacidad de vacunación con las dosis disponibles, que la UE distribuye en función de la población de cada país. Dinamarca, por ejemplo, es el más efectivo de la UE y ya ha inyectado al menos una dosis al 3,21% de su población, seguido de Irlanda (2,47%), España (2,36%), Eslovenia (2,31%) e Italia (2,12%), mientras en Alemania y Francia el porcentaje baja al 1,67% y 1,21% y en Holanda solo llega al 0,58%, tres veces menos que Rumania (1,81%), según la base de datos de la Universidad de Oxford. Esto contrasta con Israel, que ya ha vacunado a más del 38% de su población.

Al ritmo actual de inyectar una dosis diaria (media semanal) al 0,13% de la población en los países de la UE más efectivos (España, Dinamarca, Irlanda y Eslovenia) se necesitarán más de dos años para vacunar solamente a la mitad de la población, muy lejos del objetivo oficial de la Comisión Europea de tener al 70% de la población adulta inmunizada de la UE en verano. Sin una rápida vacunación, el coste socioeconómico de los confinamientos puede convertirse en una bomba de relojería que desestabilice políticamente el continente. H