La Policía de Birmania (Myanmar) cargó este sábado en repetidas ocasiones y disparó gas lacrimógeno contra los manifestantes pacíficos que han tomado las calles de Rangún, antigua capital del país, en rechazo de la junta militar que tomó el poder el 1 de febrero, reporta EFE. Al menos un fotógrafo fue golpeado y detenido durante la actuación policial, según un vídeo publicado en las redes sociales por un manifestante.

La arremetida de las autoridades contra el movimiento de desobediencia civil que desde hace semanas protesta contra el gobierno militar, encabezado por el general Min Aung Hlaing, sigue al aumento de tensión y violencia policial registrado en los últimos días, que incluye el uso de munición real por los uniformados.

Desde primera hora de la mañana de hoy las fuerzas de seguridad habían bloqueado varias calles de la antigua capital en un intento vano de evitar las protestas, atestigua un corresponsal de EFE sobre el terreno. Con muebles, tablones y parte del mobiliario urbano, los manifestantes improvisaron pequeñas barricadas para frenar las cargas policiales.

Los manifestantes, a los que se han unido un gran número de funcionarios, especialmente médicos, que paralizan parte de la Administración, reclaman que el Ejército devuelva el poder al pueblo y se reconozca a los líderes electos durante las elecciones de noviembre de 2007, cuyos resultados fueron anulados este viernes por la Comisión Electoral nombrada recientemente por el gobierno militar.

La Asociación para la Asistencia de Presos Políticos (AAPP) indica que desde la asonada al menos ocho personas han muerto a raíz de la violencia desatada tras el golpe, tres de ellas por disparos policiales, mientras que otras 771 fueron detenidas, incluidas 82 que ya han sido puestas en libertad. Entre los todavía detenidos se encuentra la depuesta líder del gobierno, Aung San Suu Kyi.

Durante una reunión el viernes de la Asamblea General de Naciones Unidas para tratar la crisis en Birmania, el embajador birmano ante la ONU, Kyaw Moe Tun, nombrado por el Gobierno derrocado, reclamó en un discurso que los demás países adopten medidas contundentes para terminar con la toma del poder por parte del Ejército y detener la violencia de los uniformados. "Necesitamos la acción más fuerte posible de la comunidad internacional para detener inmediatamente el golpe militar, parar la opresión de inocentes, devolver el poder al pueblo y restaurar la democracia", dijo el embajador al insistir en reclamar una mayor presión internacional sobre los militares.

El Ejército justificó la toma de poder por un supuesto fraude electoral en los comicios de noviembre, en los que observadores internacionales no detectaron ningún amaño y en los que arrasó la Liga Nacional para la Democracia, el partido liderado por Suu Kyi, como ya hiciera en 2015.