No importa que todo el país, el mundo y la justicia estén mirando y juzgando el desmesurado uso de fuerza letal de la policía de Estados Unidos, especialmente con personas de minorías. Los casos siguen llegando y este miércoles son las muertes a manos de agentes de un hombre hispano y uno negro las que inflaman la indignación.

El caso de Mario Arenales González, de 26 años, tiene ecos con el de George Floyd y se produjo en Alameda (California) el 19 de abril, la víspera de que se condenara a Derek Chauvin en Mineápolis. La policía respondió a dos llamadas que alertaban sobre la presencia de un hombre deambulando y quitando etiquetas de seguridad de unas botellas de bebidas alcohólicas que “asustaba” a la esposa de uno de ellos.

Al llegar, según se ve en imágenes hechas públicas este martes, la policía lo encontró claramente intoxicado e intentó arrestarle. En un momento cayó al suelo y lo mantuvieron inmovilizado ahí durante casi cinco minutos, cuando dejó de respirar. Como en el caso de Floyd, el informe policial inicial solo dijo que se produjo "un altercado físico" y que "el hombre tuvo una emergencia médica".

El otro caso, que se produjo el 21 de abril en Elizabeth City (Carolina del Norte), es el de Andrew Brown Jr., un hombre negro de 42 años, que recibió cuatro disparos en el brazo y uno fatal en la nuca. La policía solo ha dicho que ejecutaban una orden de búsqueda y arresto por drogas pero no han dado detalles de si la víctima estaba armada o intentó huir. Este miércoles un juez ha decidido que no se harán públicas por ahora las imágenes pero la familia, que el lunes pudo ver 20 segundos y el martes presentó los resultados de una autopsia privada, ha dicho que fue "una ejecución".