Pocos, pero ruidosos. Miles de personas han salido este sábado a calle en varias ciudades de Italia, en las mayores protestas contra el pasaporte sanitario en el país desde que el 22 de julio el Gobierno de Mario Draghi decidió penalizar a las personas que no se vacunan, impidiéndoles de acceder a espacios cerrados de restaurantes, bares, piscinas o gimnasios. Una medida que, desde el comienzo, generó críticas del partido ultraderechista Hermanos de Italia (Fratelli d’Italia) cuya líder Giorgia Meloni llegó a tachar el certificado de “antesala de una sociedad Orwelliana”. 

“¡Vergüenza, vergüenza!”, “¡Libertad, libertad!” y “¡No a la dictadura sanitaria!” fueron algunos de los eslóganes que corearon los manifestantes, que se comunicaban a través de Telegram, el servicio de mensajería instantánea que desde hace una semana han estado usando para organizar sus actos de protesta. “Griten ‘Draghi dimisión’”, escribían allí. “Propongo empezar a silbar de forma ensordecedora”, le respondían otros, poco antes de que así se manifestasen.

Negacionistas, religiosos y ultras

En la calle, las manifestaciones reflejaron el ambiente caótico que ha rodeado la protesta desde el principio: la mezcla de negacionistas, integristas religiosos y agitadores que intentaban atraer la atención de los medios, así como extremistas de derecha y de izquierda, y sectores de la población pauperizados por la crisis. “No pasarán”, se llegó a oír —dicho así, en español—, a la vez de que se pedía la dimisión de Draghi.

No hubo actos de violencia graves, pero sí altercados con la policía se produjeron en las ciudades con las mayores concentraciones, entre ellas MilánRoma Nápoles. En cambio, en Pesaro, donde en los pasados días el alcalde Matteo Ricci recibió amenazas de muerte por sus posturas favorables a la vacunación, las movilizaciones fueron muy restringidas por fuertes medidas de seguridad.

También hubo dardos para los medios. “¡Vendidos! ¡Vendidos!”, se oyó varias veces, mientras que el canal de televisión Sky se vio obligado a interrumpir un directo con una de sus cronistas en Nápoles por los agresivos abucheos de un grupo de manifestantes. “Si esto fuera una dictadura, tal vez no estarían aquí”, comentó otra reportera.

Polémica de filósofos

Las protestas se producen en un momento en el que, pese a que el pasaporte goza del apoyo de la mayoría de la población según los sondeos, el debate sobre la medida también suscita polémica entre los intelectuales italianos. Prueba de ello ha sido una reciente carta del filósofo veneciano Massimo Cacciari quien consideró el pasaporte sanitario es una “forma de discriminación”, y puso el énfasis en la ausencia de estudios definitivos sobre las consecuencias a largo plazo de las vacunas.

En la misma línea, su homólogo Giorgio Agamben ha criticado el “uso político que se está haciendo del pasaporte sanitario”. “Si reprimimos las libertades individuales con decretos está en riesgo la democracia”, ha concluido Agamben. “Mantener a distancia a quienes deciden de no vacunarse no es una discriminación, es una medida básica de defensa de la libertad (y vida) de los otros”, les ha respondido, por su parte, el escritor Paolo Flores d’Arcais. La polémica tal vez no acaba aquí.