Aunque la candidata verde a la cancillería, Annalena Baerbock, haya participado en los tres debates televisados celebrados las últimas semanas en Alemania, se da por hecho que está descartada para la carrera por ocupar la jefatura del próximo gobierno federal. Muchos se preguntan qué ha ido mal en la campaña de los ecoliberales para que las encuestas los descartasen hace semanas de la lucha por la cancillería, que ha quedado así en manos del candidato socialdemócrata, Olaf Scholz, y del democristiano, Armin Laschet.

Echar la mirada atrás debe de ser un trago difícil para el partido ecologista: a inicios del pasado mayo, pocas semanas después de que Baerbock hiciera oficial su candidatura, Los Verdes llegaron colocarse por encima del 25% en intención de voto y a superar en las encuestas a la unión conservadora de la CDU-CSU. Nunca antes el partido fundado a inicios de la década de los 80 había estado tan cerca de liderar un gobierno alemán. 

Ese poder verde ha sufrido un bajón en la fase clave de la fase: las encuestas los colocan ahora entre el 15 y 17% de intención de voto. Serán un partido clave para formar gobierno de coalición, pero quedarán a las puertas de su objetivo de disputar la elección a los dos grandes históricos partidos de la República Federal, que ya no están en disposición de obtener resultados por encima del 30%.

Errores no forzados

La figura de Baerbock es central para entender lo ocurrido con Los Verdes en los últimos meses: la joven política de 40 años es una figura fresca e impetuosa que contrasta con sus contrincantes, ambos hombres nacidos dos décadas antes que ella, y con carreras políticas más largas y consolidadas. Ese ímpetu la ha llevado a cometer errores no forzados en una campaña en la que el socialdemócrata Scholz lidera las encuestas, entre otras razones, por haber desplegado una estrategia defensiva al más puro estilo merkeliano

Poco después de su nominación como candidata, Baerbock tuvo que reconocer que había registrado tarde en el Bundestag ingresos adicionales – alrededor de 25.000 euros – a su salario como diputada federal. Esas ganancias no supusieron una ilegalidad, pero sí generaron una mancha en su imagen de candidata íntegra y alejada de los privilegios de la vieja guardia política a la que Scholz y Laschet pertenecen. “Fue un descuido tonto”, dijo entonces Baerbock.

Después siguieron más errores no forzados: medios alemanes destaparon que la candidata verde había incluido algunas imprecisiones en su currículum oficial y también que su libro Ahora. Cómo renovamos nuestro país, publicado la pasada primavera, está plagado de fragmentos plagiados. El analista Stefan Weber, especializado en plagios, ha encontrado al menos 100 pasajes que apuntan haber sido copiados sin citar la fuente correspondiente. Baerbock ya ha anunciado una nueva edición corregida, lo que, nuevamente, apunta al reconocimiento de una equivocación. 

Campaña en contra

Más allá de los errores, Los Verdes también se han tenido que enfrentar a una campaña de desgaste público protagonizada sobre todo por medios conservadores más cercanos editorialmente a posiciones de la CDU-CSU o de los liberales del FDP. “Se han postulado al mayor cargo de Alemania y es completamente normal que los periodistas los pongan bajo la lupa”, dice a El Periódico de Cataluña, diario que pertenece a este grupo, Prensa Ibérica, Ulrich Schulte, jefe de la sección política del diario berlinés Tageszeitung y autor del libro Poder Verde. Cómo el partido ecologista quiere cambiar el país. “Tampoco es un secreto que el diario Bild exagera con mala intención pequeñeces del programa verde”, añade en referencia el tabloide alemán, el diario más vendido y leído de Alemania.