Estados Unidos ha vivido este martes una serie de elecciones locales y estatales, los mayores comicios hasta las elecciones legislativas de 2022, que en casos como el de la carrera por la gobernaduría de Virginia se leían como el primer referendo sobre la presidencia de Joe Biden. El resultado allí, pero también la disputadísima carrera por la gobernaduría de Nueva Jersey o decisiones como el rechazo en la progresista Mineápolis a acabar con el departamento de policía, han acabado lanzando mensajes preocupantes para el Partido Demócrata. La búsqueda del camino que la formación va a seguir de cara a los comicios de 2022, donde está en juego su exiguo control del Congreso, y el duelo entre sus corrientes internas, se intensifica desde este miércoles.

Estas son cinco claves de estos comicios.

Varapalo a los demócratas en Virginia

El mayor varapalo para Biden y los demócratas ha llegado en Virginia, un estado que el presidente se llevó por 10 puntos el pasado noviembre pero donde este martes el exgobernador Terry McAuliffe, equiparable a la realeza en el Partido Demócrata, ha sido derrotado por el republicano Glenn Youngkin, el primer conservador que llega al cargo de gobernador en el estado en 12 años. Era la carrera que se seguía con más interés y atención en todo el país porque en ella es imposible no leer claves nacionales.

En Youngkin los republicanos han encontrado una fórmula potencial para futuras carreras en el universo conservador dominado aún por Donald Trump que con toda certeza intentarán emular tanto en 2022 como en 2024, explotando debilidades de Biden y manteniendo a distancia la sombra de Trump en estados que se inclinan demócrata.

Sin criticar al expresidente para no alienar a sus bases pero a la vez logrando el equilibrio para convencer a los moderados, Youngkin, un empresario de las finanzas que ha gastado millones de su propio bolsillo en la campaña, se ha mantenido alejado de Trump, rehuyendo actos públicos juntos (aunque han hablado con frecuencia por teléfono). Trump, por su parte, le ha dado su apoyo y ha buscado movilizar a los votantes, en este caso aparcando la obsesiva denuncia de un inexistente fraude electoral en su derrota que es central en sus mensajes y volcando su foco en las guerras culturales que Youngkin ha hecho centrales en la campaña.

Esas guerras culturales son anticipo también de lo que se puede esperar que exploten los republicanos en las próximas contiendas electorales. En el caso de Virginia, donde la economía era la principal preocupación de los votantes, Youngkin se ha centrado mucho en la denuncia de la Teoría Crítica de la Raza en las escuelas (aunque en realidad ese marco académico no forma parte de los planes educativos en el estado) y en el papel que los padres deben tener en el currículo escolar. Esas son cuestiones que están siendo centrales en el movimiento conservador en todo EEUU, igual que el rechazo a los mandatos de máscaras y vacunas, con los que se ha alineado Youngkin.

Los demócratas, mientras, han fracasado en su esfuerzo de volver a Trump el centro de la campaña. Y las señales preocupantes que les llegan desde el estado son muchas. Muchos de los apoyos que logró Biden allí ahora han colapsado, incluyendo el de las mujeres. Si las votantes de Virginia dieron al presidente una ventaja de 23 puntos sobre Trump, esta vez han apoyado a McAuliffe solo un 1% más que a Youngkin. Y los resultados republicanos no solo se han reforzado en condados pequeños y rurales sino que han acortado distancias con los demócratas en los suburbios más diversos y densamente poblados que fueron claves para victorias progresistas en 2020.

La estrategia de McAuliffe, que lanzó alertas sobre la regresión que podría vivir el estado en terrenos como el aborto, los derechos de voto o el acceso a la sanidad si ganaba Youngkin no han calado en los votantes, y tampoco le han servido los esfuerzos para desatar entusiasmo entre los votantes negros que realizó acusando al republicano de avivar el racismo y con el apoyo en actos de campaña del expresidente Barack Obama, la vicepresidenta Kamala Harris o Stacey Abrams.

Sorpresa negativa en Nueva Jersey

Aunque el recuento continuaba a la hora de escribir estas líneas la disputadísima carrera a gobernador de Nueva Jersey entre Phil Murphy, que busca ser el primer demócrata reelegido en el estado desde 1977, y el republicano Jack Ciattarelli, representaba también un golpe para los demócratas, que esperaban una cómoda victoria, y una sorpresa negativa.

En esa carrera se han replicado muchas líneas similares a las de Virginia, con un esfuerzo de Murphy por vincular a Ciattarelli con Trump, que como en Virginia ha sido una estrategia fallida, y con avances del republicano en zonas como los suburbios donde los demócratas habían conseguido en 2020 arrebatar a los conservadores.

Policía en Mineápolis

Hace año y medio el asesinato a manos de la policía de George Floyd convirtió Mineápolis en el epicentro de un movimiento nacional de protesta contra la brutalidad teñida de racismo en las fuerzas del orden y contra la injusticia racial. También fue en Mineápolis donde se sembró la semilla de las llamadas a una reforma profunda del sistema policial en EEUU, con ideas como quitarle financiación o abolir los cuerpos. La ciudad propuso sustituir el Departamento de Policía por uno nuevo de Seguridad Pública que planteaba abordar la seguridad desde “un enfoque amplío de salud pública” pero este martes los votantes han rechazado en las urnas esa propuesta, con 13 puntos de ventaja sobre los que la apoyaban.

En una campaña en la que Comités de Acción Política han invertido millones de dólares y que se ha producido en un momento de aumento de crimen en Mineápolis, parte del rechazo se ha debido a la vaguedad con que estaba redactada la enmienda, que planteaba acabar con un departamento con un número mínimo de agentes para la ciudad basado en población y proponía la sustitución por el nuevo departamento con más especialistas en salud mental y servicios sociales, y más control del consejo municipal.

Se oponían también líderes demócratas moderados como el alcalde, Jacob Frey, que anoche luchaba por renovar su mandato, y que prefería la alternativa de mejorar el actual departamento de policía a acabar con él.

¿Una alcaldesa socialista en Buffalo?

El ala progresista del Partido Demócrata puede haber sufrido otro golpe en Buffalo, la segunda ciudad más grande de Nueva York. Allí ganó las primarias del partido en verano India Walton, una enfermera y activista negra de 39 años sin experiencia en cargos públicos registrada en los Socialistas Demócratas de América, que tenía abierta la vía a la alcaldía en una ciudad eminentemente demócrata y se habría convertido en la primera líder socialista de una gran urbe desde 1960.

Habrá que seguir esperando, al menos hasta que se cuenten todos los votos, porque el alcalde al que Walton superó en esas primarias, el demócrata Byron Brown, se declaró ganador.

Brown, otro afroamericano que lleva cuatro mandatos ya en Buffalo, decidió retar el resultado de las primarias y se presentó como candidato “write in”, uno cuyo nombre no aparece en las papeletas pero que los votantes pueden escribir. Este martes por la noche, con los “write in” por delante en el recuento, pero pendientes de un laborioso recuento ahora papeleta a papeleta, se declaró ganador. Walton, pese a ello, no ha concedido la derrota y ha recordado que hay otros candidatos en la carrera.

La lucha que han librado los dos representa la pelea interna en el Partido Demócrata. Walton fue apoyada por líderes progresistas como Alexandria Ocasio Cortez y por otros más asociados al establishment como los senadores Charles Schumer y Kirsten Gillibrand.

Otras carreras

Las elecciones de este martes han dejado también otros resultados destacables, algunos de los cuales sí dan alegrías al ala progresista del partido y muestran un rostro más representativo de la diversidad del país, especialmente para la minoría de los asiático-estadounidenses.

Los votantes de Boston, por ejemplo, han elegido en las urnas para la alcaldía por primera vez a alguien que no es hombre ni blanco. Dirigirá la urbe la progresista de origen taiwanés Michelle Wu, de 36 años, que había logrado apoyos como el de la senadora Elizabeth Warren. En Cincinnati, mientras, el demócrata Aftab Pureval, de madre tibetana y padre indio, será el primer alcalde asiático-americano de la ciudad.

Nueva York no solo tendrá su segundo alcalde negro tras la victoria de Eric Adams sino que por primera vez también un afroamericano estará al frente de la oficina del fiscal del distrito de Manhattan, un cargo en el que Alvin Bragg heredará, entre otros muchos casos, el de la investigación a Donald Trump y sus negocios.

En Ohio, mientras, un republicano apoyado por Trump y una demócrata han ganado las elecciones especiales que les llevarán a la Cámara Baja de Estados Unidos.